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Gabriel explica la complejidad de la coordinación internacional del suministro, la producción local, la evolución sustentable del sector de la construcción y la planificación del supply chain en tiempos de crisis.
¿Cómo describirías tu campo de acción profesional?
Soy jefe de comercio exterior en la parte operativa y administrativa de una multinacional en Argentina, filial desde la cual también atendemos al mercado regional a través de distribuidores en países como: Ecuador, Colombia, Paraguay, Bolivia, Uruguay y Chile, Brasil y México, y en menor medida a la casa matriz que se encuentra en Alemania.
Si bien trabajar con empresas de gran porte y con soporte de la casa matriz es muy valorable, la coordinación no es fácil porque cada país en Latinoamérica tiene una realidad distinta desde lo cultural y socioeconómico.
¿Cuál es tu mirada sobre la actualidad del rubro de la construcción?
La construcción se encuentra en un momento donde la sustentabilidad, los nuevos productos y las tecnologías son imprescindibles. En este sentido, Latinoamérica tiene una sociedad joven que demanda nuevas infraestructuras.
Como industria, es uno de los principales engranajes de una economía por todo lo que demanda indirectamente también hacia otros rubros.
Si bien en Argentina el sector está sufriendo cierto estancamiento de la inversión y la obra pública, con faltantes de mercadería, vemos una especie de curva que marca que el mercado tiende a empezar a recuperarse.
¿Cómo es planificar de forma efectiva el abastecimiento para el sector en el contexto actual?
Lo hemos tenido que adecuar, ya que venimos de un período con una economía totalmente cerrada, con cortes en la cadena de pagos y restricciones al ingreso de mercaderías, donde igualmente hemos podido abastecer de la mejor forma posible evitando baches en el aprovisionamiento a los clientes.
En el contexto actual, seguimos trabajando diariamente para evitar inmovilizaciones de stocks, que representan pérdidas, como así también la gestión de aquellos productos con fecha de vencimiento.
Hoy se pone especial énfasis en el costo, los procedimientos, la rapidez y en la flexibilidad que uno tiene para llegar al cliente y atender su necesidad.
¿Y en cuanto a la dinámica de importación y exportación?
Trabajamos a través de una planificación muy estricta en lo que es la vía marítima, a través de contenedores. En lo que es exportación, tenemos distribuidores a lo largo de Latinoamérica y buscamos también atender cadenas supermercadistas en Estados Unidos, lo cual nos da un potencial fabuloso. La exportación de nuestros productos terminados no sólo la hacemos desde Argentina, sino también a través de lo que son las operaciones trianguladas.
De esta forma, con lo que se fabrica en las plantas de China y Europa atendemos directamente a países de Latinoamérica, siempre con la canalización a través de Argentina como referente.
¿Qué particularidades identificas en los diversos mercados en los que participás con tu gestión?
En lo que es el mercado latinoamericano, obviamente cada país tiene una coyuntura distinta. Chile, por ejemplo, consume muchos productos anti sísmicos y tiene mucha afinidad con las cadenas supermercadistas, a la vez que es un país en constante desarrollo en el rubro de la construcción.
Hay otros países con economías en desarrollo, como es el caso de Colombia, México y Brasil, donde hay grandes potenciales de crecimiento. Después, hay economías que llevan un ritmo sostenido en el último tiempo, como Paraguay, Uruguay, y Ecuador, donde observamos un nicho de negocio para atacar con nuevos productos, como pueden ser las tecnologías de espumas poliuretánicas y químicos de fijación.
Todo esto en un mercado global donde cada vez se apunta más hacia los productos sustentables, nuevas construcciones y cuidado del medio ambiente. Venimos de la cultura del cemento y el ladrillo, y hoy vemos la presencia creciente no solo de la sustentabilidad, sino de los materiales livianos y la construcción en seco.
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