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Creó una empresa con US$100.000 y hoy apunta a regenerar millones de hectáreas

La Nación.


“Quiero trabajar para cambiar el mundo”, recordó Pablo Francisco Borrelli (37), un economista por vacación, que fue el deseo que tuvo hace más de 10 años, cuando trabajaba en Latam Airlines. En medio de la cuarentena por Covid-19 comenzó a materializar ese sueño con la experiencia de su padre y un viaje que lo ayudaron a ver la vida desde otra perspectiva. Hace unos años consiguió una prefinanciación de US$100.000 para crear Ruuts, una compañía que busca regenerar ecosistemas e impulsar la transición hacia una cultura regenerativa en la producción rural. Hoy apuntan a trabajar sobre 3 millones de hectáreas en la Patagonia, el 5% de la superficie de la región.



“Queremos poner en regeneración 10 millones de hectáreas en los próximos 5 años en Latinoamérica, removiendo de la atmósfera al menos 20 millones de toneladas de CO2 equivalente con la participación de 2000 productores”, dijo. La idea del joven es convertirse en un nexo entre los productores y el mercado internacional de créditos de carbono. Ruuts, que nació de forma virtual, hoy tiene 30 empleados entre Córdoba, Bariloche, Buenos Aires. Además, posee colaboradores en Paraguay y España.


Mi padre [Pablo] dedicó toda su vida a trabajar con productores buscando soluciones a la producción y la degradación de la tierra. La idea era volver a la Argentina, a trabajar con un propósito, en algo que tuviera sentido. No estaba en mis planes volver a un trabajo solamente por un sueldo. Esto coincidió con encontrar en la regeneración de tierras para devolverle la vida al suelo: una solución a los problemas que hay de la superficie”, sostuvo. Entre 2012 y 2016 hizo 42.000 kilómetros en bici por América Latina y África, donde pudo darse cuenta de que necesitaba generar un cambio. El cambio de chip también lo hizo entre 2016 y 2019, cuando trabajó en Ovis 21, una empresa dedicada a promover el manejo holístico de la ganadería, de la que es dueña su padre, quien fue su motor.


Ruuts, que fonéticamente debe su nombre a raíces en inglés, trabaja con 132 productores bajo contrato en proyectos de carbono


Ruuts, que fonéticamente debe su nombre a raíces en inglés, trabaja con 132 productores bajo contrato en proyectos de carbono. Estos están entre la Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay, donde representan 250.000 hectáreas. “Las raíces cumplen un rol clave en la captura de carbono y en el recuperar la vida en el suelo. El rol de las plantas creciendo y echando raíz es fundamental en el ciclo del carbono. La degradación de la tierra es un problema de raíz, cuando uno atiende ese problema, resuelve otras cosas; es ir al fondo, por ejemplo, cuando nos preguntamos por qué. Uno de los problemas es cómo nos vinculamos con la tierra y los alimentos; es una solución de raíz”, argumentó.



El segundo desembolso que tuvo Ruuts fue de US$500.000. Sin embargo, ahora están con dos proyectos grandes de carbono que son prefinanciados por los socios. En rigor, reciben alrededor de US$1 millón por año para el desarrollo de los proyectos, crecer y sumar más productores. Según explicó, en la medida que se generan los créditos, Ruuts se convierte en socio del productor, con quien comparte un porcentaje de su valor.


“Tuve un momento en el que sentí que era tiempo de empezar algo nuevo, sosteniendo el mismo propósito, porque me parece que vale la pena trabajar y dedicar mucho tiempo y energía para encontrarle la vuelta, pero desde un lugar propio y con mi impronta”, afirmó. A través del proyecto intentarán traer las oportunidades que comienzan a aparecer a partir del mercado de carbono donde las empresas buscan compensar su huella de carbono o reducirla de su cadena de aprovisionamiento con productores que cambian su forma de producir y empiezan a recuperar la salud del suelo y a capturar carbono, según dijo. Esto sería una manera de acelerar esta transición para que en 20 años la norma sea que el productor agropecuario está regenerando el suelo.


Pablo Francisco Borrelli, CEO de Ruuts

El calentamiento global tiene que ver con el exceso de emisiones de GEI [Gases de Efecto Invernadero]. Las empresas de este tipo buscan reducir las emisiones, bajar la huella de carbono y estimular la captura. “Esto genera un mercado donde las empresas mejoran su tecnología y procesos, pero que siguen emitiendo, por lo que pueden ir al mercado a compensar lo que no pueden reducir, pagárselo a alguien para que lo saque del aire. Esto genera un mercado voluntario, donde lo que se transacciona es un activo intangible, que es un certificado que equivale a la remoción de una tonelada de dióxido de carbono, equivalente de la atmósfera”, explicó.


La empresa ofrece la oportunidad de ser parte de los que sacan carbono del aire y que las empresas paguen por eso. “El mercado es voluntario -no regulado- con acuerdos entre privados. En el medio también intervienen certificadoras que son las que terminan de generar ese activo”, aclaró.

Esto al productor le permite producir más y al menor costo. “El productor tiene una ganancia productiva por hacer las cosas de manera diferente. Es más rentable productivamente y le permite ingresar a un mercado donde por hacer todo este cambio ingresa a un mercado dolarizado. En este se vende este activo intangible, porque es el resultado de una certificación ecológica”, completó.


Ruuts nació con la idea de ser un nexo entre los productores y el mercado internacional de créditos de carbono

Ruuts es la primera empresa en América Latina en conseguir un registro de marca de este tipo y en operar de manera legal en el ámbito de los créditos de carbono. Esta se conecta con los productores agropecuarios y les hace una medición de trazabilidad para ver cuánto dióxido de carbono puede capturar su campo. Una vez realizado el paso inicial, el trabajo pasa a ser de monitoreo y de captación de datos con instrumental específico y técnicos especialmente entrenados.


“Los productores deben aplicar un manejo holístico en sus campos, lo que presupone armar una planificación del pastoreo dos veces al año y dejar que sus animales pastoreen en silvestría. De esa manera se recupera la salud de los suelos, haciéndolos más fértiles y aumentando la productividad del productor ganadero, así como la resiliencia a eventos climatológicos como la sequía”, explicó.

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