La Capital.
Todo comenzó en 1924 de la mano de Augusto Bortolutti, un inmigrante italiano oriundo de Udine, que escapó de la guerra buscando nuevas oportunidades en la Argentina. Al tiempo de llegar al país, decidió comenzar a fabricar ladrillos y así dio vida a lo que más tarde sería La Elena, una gran empresa familiar rosarina ubicada en un predio de tres hectáreas sobre avenida Presidente Perón al 7200. Hoy se posiciona como líder en la venta de insumos para la construcción, y es proveedora de industrias, desarrolladoras, corralones y comercios.
Con la sabiduría de un largo trayecto a cuestas, la firma da ahora un paso más: se lanza a la producción de hormigón, con una planta que se inaugurará en la celebración de su centenario, el próximo 17 de diciembre.
El objetivo es volverse fabricantes de este material que, hasta ahora, compraban a la industria cementera Loma Negra y revendían entre sus clientes. Para su puesta en marcha, ya tienen instalados los equipos y proyectada la producción que, en una primera fase, será de 2.500 m3 de hormigón por mes, aunque la capacidad es mucho mayor e irá escalando en etapas. A su vez, ya tienen lista la logística, con cinco camiones que realizarán los traslados a sus compradores, con envíos que llegan hasta 150 km a la redonda. La empresa tiene, en total, una flota de 30 camiones que utiliza para despachar otros productos como cemento, piedras, hierros, áridos, cales, pisos y revestimientos, griferías, sanitarios, caños de agua y tanques.
La Elena se constituyó bajo este nombre a finales de la década del 80, luego de más de sesenta años de trabajo familiar que inició Augusto, con su llegada a la Argentina en los años 20. Así lo relató su nieto, Carlos Bortolutti, arquitecto, tercera generación al frente de la firma y actual vicepresidente, y Matías Nuñez, sobrino de Carlos, contador y cuarta generación a cargo de la gerencia comercial. Al ser entrevistados por el suplemento Negocios de La Capital, ambos trazaron la cronología de hechos que permitió a la familia escalar su proyecto hasta convertirlo en una marca de peso en la región.
“Nuestros inicios están ligados a la fabricación de ladrillos de barro, tarea que inició mi abuelo, quien de a poco comenzó a adquirir terrenos para instalar allí su maquinaria y trabajar de forma manual el armado de los bloques. En ese entonces, se usaban caballos que pisaban el barro para generar la mezcla requerida para su preparación”, contó Carlos sobre aquellos primeros tiempos.
Ya para 1943, los hijos de Augusto, Remo, actual presidente de la empresa, y Pío, ya fallecido, comenzaron a aprender el oficio y ese mismo año se destacaron como proveedores de ladrillos para la construcción del Monumento Nacional a la Bandera. Según señaló Matías, durante esa época se usaban carretas y debían elegir los caballos más fuertes para que fueran capaces de cargar el peso de los ladrillos en cada viaje. Incluso la empresa volvió a abastecer al Monumento cuando se realizaron las obras de restauración, en 1993, pero ya con otros medios de traslado, puesto que en 1945 Augusto y sus hijos adquirieron su primer camión, un Dodge 46 que les permitió optimizar el transporte de los bloques.
Tan solo tres años después de adquirir su primer camión, compraron el terreno ubicado en la intersección de avenida Presidente Perón y Circunvalación, donde se encuentra la sede actual de la empresa. En sus inicios, este predio funcionó como un almacén de ramos generales, y ofrecía variedad de productos bajo la marca "Pío y Remo Bortolutti Hermanos".
Con el correr del tiempo, diversificaron su actividad al incursionar en el comercio de leña y carbón. Para esto, adquirieron terrenos vecinos y establecieron el Depósito Bortolutti. También invirtieron en una flota de camiones, incluyendo un acoplado que duplicaba la capacidad de transporte, con el objetivo de mejorar la logística. Al mismo tiempo, Remo lideró una modernización en la fabricación de ladrillos, y sumó maquinaria especializada, como tractores y montacargas para levantar la mezcla de los pisaderos. Esta innovación no solo incrementó la productividad, sino que también permitió brindar servicios a otros productores de la zona.
Un salto de calidad en la construcción
Debido a que el negocio de los hornos de ladrillo era cada vez menos rentable y que el gas le comenzó a ganar terreno a la leña en la calefacción, a principios de los 80 incorporaron la venta de materiales para la construcción. En 1989, adoptaron el nombre La Elena en honor a la madre de Remo y Pío. Así se inició una nueva fase, con la mejora de sus instalaciones, la compra de maquinaria avanzada y la aceleración los procesos de carga y descarga a partir de los 90. A su vez, se fueron sumando las nuevas generaciones familiares, como Margarita Bortolutti, quien ocupa el cargo de gerente administrativa y legal, Carolina Nuñez, responsable de costos y Tomás Bortolutti responsable de stock.
Con el objetivo de diversificar aún más sus negocios, en 1998 fundaron una nueva empresa: Devol. Se trata de una sociedad dedicada a la comercialización de camiones Volkswagen que mantienen en la actualidad en alianza con la industria constructora Milicic. Esta nueva unidad le permitió no solo una nueva fuente de ingresos, sino la posibilidad de fortalecer su flota de vehículos y mejorar la eficiencia en la distribución de materiales. También incorporaron un área de negocios inmobiliarios, La Elena Inversiones, que incluye más de 200 propiedades bajo su administración y cuyo fuerte radica en ofrecer terrenos a desarrolladoras para sus operaciones, aprovechando la expertise que tienen en el rubro.
La Elena cuenta con una flota de 30 camiones preparados para hacer envios a distintas localidades de la región.
“En la actualidad, somos alrededor de 70 personas dentro de la empresa. Logramos crecer y sortear las distintas crisis, incluso el año pasado estábamos muy preocupados por la inflación y ahora hace unos meses que se fue recomponiendo. Tenemos buenas perspectivas para el año que viene, ya hay materiales como los que son derivados del hierro que bajaron de precio para acomodarse con los valores internacionales. En lo que es la venta de camiones también mejoramos, en 2023 vendimos unos 30 y este año ya vamos por los 200 despachados”, sostuvo Nuñez.
En cuanto al nuevo lanzamiento de la planta de hormigón, tío y sobrino se mostraron ansiosos por la apuesta y la posibilidad de afianzarse en la venta de este material que es, junto con el cemento, un porcentaje importante en las ventas de la firma. Lo fundamental para ambos es poder acompañar una obra con insumos, desde que arranca hasta que termina, incorporando cada vez más productos para abastecer la demanda de un sector que, con alta y bajas, nunca se detiene. “Ya contratamos al gerente de Producción que es el que nos está terminando de armar la planta para empezar a producir”, aseguraron los empresarios.
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