La Nación.
Tras años de intervenciones estatales, cambios en las reglas del juego y un historial de nueve defaults “que se festejaron como si se estuviese en la cancha”, para el economista Ricardo Arriazu la Argentina tendrá la difícil tarea de recomponer la confianza de los inversores del exterior para que vuelvan a traer el dinero al país.
Las oportunidades están. Según el economista, el valor de los recursos naturales que tiene la Argentina posicionan al país como el tercero del planeta. Sin embargo, al analizar los primeros diez ingresos per cápita del mundo, solo dos países cuentan con recursos naturales.
“Esto implica que el bienestar no es el resultado de los recursos naturales, sino el consenso de los beneficios de los recursos, el sacrificio, el esfuerzo y la prudencia. Pero como dice el viejo refrán, ‘El dinero no atrae a la felicidad, pero ayuda’. La Argentina tiene una fantástica oportunidad, pero siempre la tuvimos”, agregó, durante el 41° Congreso del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF).
Para Arriazu, la Argentina necesita mucha inversión en los años venideros. No obstante, recordó que los capitales se dirigen hacia los lugares que ofrecen las mejores tasas de retorno ajustadas por riesgo y, que para que entre el dinero, primero se “tienen que hacer las cosas bien”.
“En un país donde la tasa de retorno es bajísima por las intervenciones estatales y en un país que hizo nueve defaults cantando el himno nacional y festejando como si estuviesen en la cancha de fútbol, todos los años, en vez de entrar capitales, salen entre US$20.000 millones a 40.000 millones de dólares. Eso nos llevó a las crisis periódicas en la balanza de pagos”, aseveró, en un panel moderado por José Del Río, Secretario General de LA NACION.
En un análisis sobre la situación actual, Arriazu detalló que el programa económico “por definición” primero genera caída de la actividad, baja de los salarios y suba de precios, ya que en diciembre el tipo de cambio pegó un salto devaluatorio que afectó tanto a los importadores como a los exportadores. “Pero sigue teniendo apoyo por esperanza. La economía se basa en la confianza y la esperanza, pero la gente tiene un plazo. Hay que bajar la inflación rápidamente, que viene bajando, y recuperar la actividad económica. Si hace eso, se va ganando el tiempo”, completó.
En ese punto, agregó que 2024 es una mezcla de lo que fue 2002 y 2010. Por un lado, 2002 fue el año del fin de la convertibilidad, con caída del salario. Por el otro, 2010 fue el fin de la sequía y el crecimiento del PBI. Por esa razón, si en las próximas semanas no hay algún “problema político”, consideró que el piso de la caída de la actividad económica se alcanzó en marzo y gradualmente ya estaría empezando la recuperación “en forma de U”.
“El sector energético es el 8% del PBI y el agropecuario, 10%. Cada mes que se mueve la cosecha, se mueve toda la economía argentina. Acá vamos a tener dos del mismo nivel, moviéndose, y con ellos se mueve todo el resto de la economía. Siempre hay sectores dinámicos y el resto acompaña: hace falta acero, cemento, mano de obra, maestros. Todo eso comienza después. La oportunidad está, pero somos el país fantástico de desaprovechar todas las oportunidades”, agregó.
Para ejemplificar, señaló que la Argentina no tiene ni una mina operativa de cobre -excepto Veladero-, uno de los minerales más demandados por el mundo. Y aunque hay diez minas estudiadas en el país con gran potencial, “llega el momento y alguien mete la pata”. Para eso, recordó que días atrás se propuso aumentar las regalías mineras del 3% al 30%.
“Este tipo de cosas son las que hicieron que tengamos la decadencia que tenemos en la Argentina. Es una falta de sentido común total. Tenemos recursos; hay que aprovecharlos y hay que trabajar. Hay que ser prudentes”, recomendó. Eliminar la inflación, fin del déficit fiscal y estabilidad en las reglas del juego, son parte de esa receta.
El tipo de cambio real multilateral también fue objeto de análisis por parte de Arriazu. A la pregunta de si está atrasado o no, el economista recordó que el Gobierno solo controla su valor nominal, y del resto se encarga la confianza del mercado. Para ejemplificar, mencionó que ahora los argentinos cruzan la frontera para ir a comprar a Chile productos de tecnología e indumentaria. Mientras que un par de meses atrás, cuando chilenos y uruguayos venían al país porque la Argentina “estaba barata”, era para adquirir cosmética, comida, medicamentos y combustibles.
“¿Por qué? El precio de un producto importado no puede costar menos de tres veces lo que cuesta afuera. Tiene anticipo de Ganancias, IVA, gastos de Aduana, el transporte de Moyano. Y eso no lo cambia el tipo de cambio; para eso hay que sacar los valores que lo hacen caro, atacar los problemas donde están”, cerró, ante un auditorio que lo interrumpió con aplausos y un panel que se decidió dilatar en dos ocasiones.
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