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El siglo XXI nos trajo, a nivel mundial, un foco vibrante de desarrollo emprendedor y creatividad innovadora. ¿De qué manera? Resurgiendo un contexto con clima favorable para los emprendedores y un espíritu resiliente, haciendo que los empresarios desafíen sus propios límites y redefiniendo los paradigmas en diversas industrias.
Si bien Argentina no es una excepción, el contexto de crisis de las últimas dos décadas hace que la pendiente de nacimiento y crecimiento emprendedor sea más empinada y complicada que en el resto de mundo.
De todas formas, existen herramientas para potenciar el desarrollo emprendedor argentino, que dentro de este nuevo paradigma se conocen como la innovación social y la sustentabilidad. Un emprendedor sustentable en el país posee una serie de características que le permiten no solo crear un negocio exitoso sino también contribuir al desarrollo sostenible de la nación y al bienestar de la sociedad. El entorno empresarial argentino suele ser muy cambiante y volátil, haciendo que los emprendedores estén preparados para enfrentar desafíos y adversidades, adaptándose rápidamente a los cambios y encontrando soluciones tanto creativas como sostenibles para superar los obstáculos. Y, de esta forma, se convierte en una ventaja.
Buscar constantemente nuevas formas de hacer negocios de manera más sostenible es una característica distintiva. En Argentina, los emprendedores sustentables están abiertos a la innovación y a la adopción de tecnologías que les permitan reducir la huella ambiental y mejorar su impacto social, dispuestos a efectuar inversiones y realizar sacrificios en pos de garantizar un futuro próspero y equitativo para las próximas generaciones.
El crecimiento es constante y así lo demuestran los números de las empresas de triple impacto. Según la ONG Sistemas B, nuestro país cuenta con 200 empresas B certificadas, que significan casi el 20% de las de América latina (detrás de Brasil y Chile), en un universo global de más de 7.000, sobre un total de 125 millones en todo el mundo. Y estas son las certificadas, lo que indica que hay muchos más proyectos sustentables.
Lo que se denomina actualmente "innovación social" representa un enfoque creativo y transformador para abordar los desafíos sociales y ambientales más apremiantes de nuestra época. A diferencia de la innovación tradicional, la cual se centra principalmente en generar ganancias financieras, la innovación social busca generar un impacto positivo en la sociedad y en el medio ambiente, al tiempo que promueve la sostenibilidad y la equidad.
Un emprendedor sustentable argentino reconoce la importancia de proteger el medio ambiente y adopta prácticas comerciales para lograrlo. Esto puede incluir el uso de tecnologías verdes, reducción de residuos, reciclaje y adopción de energías renovables, diferentes formas de potenciar tanto los negocios como el cuidado del medio ambiente y su contexto social.
Valorar el impacto de su negocio es prioritario. Esto implica preocuparse por el bienestar de los empleados, de los clientes y del contexto cercano. Un emprendedor sustentable se compromete con prácticas laborales justas, apoya iniciativas comunitarias y promueve la inclusión y la diversidad.
Una innovación orientada hacia la sustentabilidad se pone en juego cuando las ideas creativas se llevan a la práctica de manera efectiva. Los emprendedores desarrollan soluciones viables a partir de la implementación de tecnologías, procesos, modelos de negocio o estrategias de mercado que agreguen valor y diferencien su oferta. Todo con una visión sustentable. A su vez, otro desafío que impone es pensar más allá de los beneficios financieros de corto plazo y considerar el impacto a largo plazo de las decisiones comerciales y organizacionales.
Las empresas B, gracias a la inclusión de personas con vulnerabilidades en el mercado (casos como Zafran o Pura), la integración social a través del desarrollo tecnológico (como Quinto Impacto), la reducción de la brecha social (caso Traza) y el camino hacia una nueva matriz energética basada en renovables (el caso Tonka) demuestran que el camino es posible.
El entorno empresarial y de crisis es volátil, especialmente en Argentina. En ese marco, resulta fundamental reconocer la importancia de colaborar con otros actores del ecosistema emprendedor (como empresas, organizaciones sin fines de lucro, instituciones educativas y el gobierno) para promover la sustentabilidad y poder generar un impacto más significativo.
Para que una empresa sea sustentable, ¿debe ser nueva o se puede realizar en una ya formada? Es, sin dudas, la consulta que más recibo. Aquí siempre hay una confusión en los conceptos "triple impacto" y "sustentabilidad". Si bien pueden ser similares, no expresan exactamente lo mismo. Cuando hablamos de triple impacto nos referimos a empresas donde su misión y visión nacen con la sustentabilidad dentro de sí mismas (empresas nacientes). Pero las empresas ya formadas pueden ir convirtiéndose en sustentables en forma más lenta e inclusive por sectores. Si quiere volverse una empresa de triple impacto deberá modificar tanto su misión como su visión, algo que también es posible.
En el ámbito docente también se puede fomentar la innovación social. En la carrera de ingeniería estimulo el desarrollo emprendedor sustentable entre los alumnos, en sus proyectos finales de la carrera, ayudándolos a crear una empresa de triple impacto que no solo termine en un trabajo práctico sino que pueda convertirse en una realidad profesional.
Hoy se celebra el Día Mundial del Emprendedor, una jornada dedicada a honrar la valentía, la creatividad y la pasión de aquellos que desafían lo establecido y persiguen sus sueños con determinación. Argentina atraviesa un renacer del desarrollo emprendedor de la mano de la innovación social y del crecimiento de los emprendimientos sustentables.
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