DiarioAr.
El ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, llegaron este lunes a Washington para participar durante toda la semana de la asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de reuniones paralelas con inversores financieros atraídos por el fenómeno Javier Milei. Tanto en el FMI como en los bancos y fondos de inversión están impresionados por la determinación del Presidente y su equipo por aplicar un ajuste fiscal profundo que antes era mala palabra en la Argentina y que despertó pocas resistencias, salvo en el caso de las universidades. Sin embargo, hay dudas acerca del presente y el futuro. Sobre todo, en el organismo que encabeza la búlgara Kristalina Georgieva.
En el tercer trimestre del año, el Gobierno sobrecumplió con las metas de ajuste fiscal y monetario del acuerdo con el Fondo. Milei se pasa de rosca con la motosierra y hasta los técnicos del organismo, siempre ávidos de equilibrio de las cuentas públicas, esta vez le advierten sobre el impacto social. Pero la Argentina incumplió el objetivo de acumulación de reservas del Banco Central. Eso es perdonable, el FMI puede otorgar un waiver (dispensa), sobre todo cuando fue tan flexible con el gobierno anterior y sus numerosos desviaciones de las metas. Pero lo que le preocupa al Fondo es por qué se juntan pocos activos en la autoridad monetaria.
En el FMI hay preocupación por el tipo de cambio atrasado, un peso sobrevaluado, que desincentiva la exportación, alienta la importación y, por tanto, impide acumular suficientes reservas. Preferiría que se liberara el cepo y se devaluara un poco el peso. Es crítico del dólar blend, por el que los exportadores liquidan el 80% de sus divisas al tipo de cambio oficial y el 20% al MEP o CCL, porción por la que el Central no suma activos.
También inquietan la política monetaria de tasas de interés no muy altas, la sustentabilidad del ajuste fiscal basado en una feroz motosierra sobre jubilaciones, universidades, infraestructura, provincias y otros gastos, así como el consenso político para acometer el plan libertario. Saben que Milei debió juntar con esfuerzo una minoría de diputados para evitar que la oposición dialoguista aprueba un aumento del presupuesto jubilatorio y universitario.
A fin de año termina el acuerdo que el gobierno de Alberto Fernández firmó con el FMI para renegociar la deuda récord que dejó el gobierno de Mauricio Macri, en el que Caputo era ministro de Finanzas. El actual jefe del Palacio de Hacienda pretende un nuevo pacto con fondos frescos que permitan liberar el cepo cambiario con tranquilidad. Pero un convenio así requiere de cambios en el programa económico de la Argentina. Sin embargo, el Gobierno apuesta a que el 4 de noviembre Donald Trump venza a Kamala Harris en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, principal socio del FMI, y que en 2025 vuelva a promover en el organismo un apoyo político a la Argentina, como le dio en 2018 a Macri.
Entre los inversores financieros prevalece el entusiamo por invertir en bonos y acciones de la Argentina, al menos en el corto plazo. Por eso, a Caputo, Bausili y su equipo le llueven los pedidos de reuniones esta semana, según un avezado operador de Wall Street. Una alta fuente del Gobierno destaca que esta visita constituye una gran oportunidad para explicar lo que están haciendo. Junto a Caputo viajaron sus secretarios de Política Económica, el chileno José Daza, y de Finanzas, Pablo Quirno. Junto a Bausili, su vicepresidente, Vladimir Werning. Todos hombres con pasado en el centro financiero neoyorquino.
Comments