La Nación.
En el lugar en donde hace algunos años funcionaba una fábrica, el desarrollador inmobiliario Pablo Delfino llevó a cabo un exclusivo proyecto residencial. Con una inversión de alrededor de US$7,5 millones, Organa, el nombre que lleva el barrio cerrado de casas diseñadas bajo la filosofía de construcción Passivhaus (casas pasivas), abarca el 70% de una manzana en la zona de Martínez, provincia de Buenos Aires.
La historia detrás de este ambicioso proyecto revela un enfoque innovador hacia el urbanismo, ya que la única manera de construir en esta área fue a través de la reconversión de una antigua industria.
“San Isidro premia la erradicación de industrias. Lo que hicimos fue reutilizar una zona dentro del tejido urbano que estaba ocupando una fábrica abandonada, y así darle nueva vida a una parte del barrio”, aclara Gonzalo Arana, arquitecto del Estudio Arana. Y agrega: “Conseguimos el terreno de recorrer la zona, nos gustó la ubicación, las dimensiones y le vimos potencial”.
El resultado es un conjunto de 22 casas que se extiende a un público objetivo: “Desde familias jóvenes que buscan un entorno verde, así como aquellos provenientes de otros complejos de la zona”, señala Alan Flexer, gerente de Emprendimientos en Inmobiliaria Narvaez, a cargo de la comercialización de Organa.
El complejo está ubicado en Gral. Pirán 1298, en Martínez, en la cercanía al Hipódromo de San Isidro, al Unicenter Shoping, la Plaza de Martínez y al San Isidro Golf Club. Y, debido a la rápida aceptación y demanda del mercado, según Flexer, el 50% de las propiedades ya encontraron dueño.
La construcción cuenta con unidades de tres y hasta cuatro pisos.
En cuanto a sus valores, se ubican alrededor de los US$350.000 para las unidades más pequeñas, que dan hacia la calle Cuyo, con 232 m², tres dormitorios y tres plantas (que incluyen el estacionamiento subterráneo con entrada exclusiva). Las unidades sobre General Pirán se destacan por su diseño de cuatro niveles, con acceso también desde el subsuelo, y los precios van desde los US$385.000 a los US$400.000 con casi 296 metros cuadrados totales.
Son 22 casas que tienen una única entrada en común con seguridad privada.
Cómo es la filosofía de la casa pasiva
“La filosofía Passivhaus tiene dos cuestiones importantes: ahorro energético y la calidad del aire. Es la segunda construcción que cumple con estas condiciones en Argentina (el primero es un emprendedor marplatense)”, explica el gerente de Emprendimientos en Inmobiliaria Narvaez.
Este tipo de construcciones merecen su nombre porque prácticamente no consumen energía adicional. Por ejemplo, en lugar de depender de costosos aparatos de calefacción, estas viviendas alcanzan el confort óptimo a través de una pasividad inteligente.
El estar comedor se encuentra en la planta baja de las unidades.
Para Flexer, estas construcciones también son ideales para la salud, ya que aseguran una continua renovación del aire, además de ser amigables con el medio ambiente.
Paolo Massacesi, el director del Instituto Latinoamericano Passivhaus (ILAPH) explica que las casas pasivas se construyen en un conjunto de principios fundamentales: alto aislamiento térmico, ausencia de puentes térmicos, carpintería de alta eficiencia, ventilación mecánica controlada, y alto nivel de hermeticidad. A su vez, en Latinoamérica se le agrega: protección solar y el diseño en relación a la posición bioclimática con respecto a cómo se quiere que esté orientada la vivienda para que tenga las mejores condiciones térmicas posibles. “Esta construcción va a reducir entre un 60% y un 70%, por lo menos, el consumo energético en la zona”, afirma.
En cuanto a los costos que se generan, el director de ILAPH dice que existen dos puntos claves: la inversión inicial y el consumo energético de la vivienda. “En países en donde existen los créditos hipotecarios y en donde la energía es muy costosa, transformar una vivienda tradicional en una passivhaus es rentable. En cambio, en Argentina hoy es muy difícil decirlo porque estamos atravesando una etapa de readaptación de nuestra realidad, pero creo que, quienes tenemos la capacidad económica para poder hacerlo, debemos asumir el compromiso medioambiental”, declara.
Las bases de esta construcción están aisladas de la tierra.
Según el arquitecto, la construcción de las casas pasivas fue un gran mérito por salir de de la zona de confort “investigando algunas técnicas nuevas en tanto al uso racional y la conservación de la energía”.
En este sentido, cada unidad del proyecto cuenta con un sistema de ventilación que renueva continuamente el aire, proporcionando un bajo consumo energético que puede representar hasta un 80% de ahorro en la factura mensual de servicios.
Además, el sistema de climatización incorpora bombas de calor, que son considerablemente más eficientes energéticamente que los sistemas de calefacción y refrigeración tradicionales al mover calor en lugar de generarlo.
Las cocinas están equipada con muebles
Los detalles de diseño y eficiencia energética incluyen carpintería de PVC con DVH, calefacción por agua caliente en piso radiante, aire acondicionado en cada ambiente, intercambiador/filtro de aire exterior, cortinas motorizadas, energía solar o eólica en los techos y preinstalación para cargadores de autos eléctricos.
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