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Fernando Marengo: “El país nunca estuvo tan barato"

La Nación.


Fernando Marengo hizo su carrera de analista económico al lado del economista Ricardo Arriazu. Luego de fundar su fondo BlackToro, absorbió al equipo de analistas de Arriazu y ahora hacen informes en conjunto. En una entrevista con LA NACION, Marengo analizó las fortalezas y debilidades de la economía que heredará el próximo gobierno.



–¿Cómo ve la economía luego de las elecciones generales y de cara al balotaje, con los dos candidatos que quedaron en carrera?

–Desde que el ministro de Economía y candidato pasó al balotaje, de la economía se puede esperar más de lo mismo que veníamos viendo las cuatro semanas anteriores a las elecciones. Antes se llamaba “plan platita”, ahora se llama “más platita”, que es básicamente inyectar liquidez en la economía. En el resultado fiscal de septiembre se ve claramente cómo funcionó el plan: aumentaron 120% interanual el gasto en salarios del sector público nacional, 140% el gasto social, 280% las transferencias a provincias y 200% el resto de las transferencias primarias. Hicieron una inyección de liquidez fenomenal. En una economía que no tiene dólares y con el Banco Central que restringe la oferta de divisas y el pago de importaciones, el plan platita genera una brecha cambiaria, más inflación y aversión al peso. El sector privado no está dispuesto a cambiar bienes por pesos, por lo menos masivamente; entonces, se ven los faltantes de productos.


–¿Y después del balotaje?

–Hay dos escenarios posibles. Si gana La Libertad Avanza (LLA), empieza una transición con algún grado de confrontación. En ese escenario, me imagino a LLA tratando de que el gobierno actual haga parte del ajuste y no recaiga todo en el próximo, pero el Gobierno intentará a toda costa evitar el ajuste para no verse obligado a un salto cambiario discreto. La transición más interesante de ver sería la de un Massa ministro a un Massa presidente, porque en ese escenario la puja para ver quién hace el ajuste está vedada. El escenario más probable sería uno donde Massa empieza a flexibilizar parte de las restricciones que tiene la economía, pero muy gradualmente, y dentro de lo que vaya a ser su programa económico de más largo plazo.



–¿Cómo se imagina un ajuste de Massa presidente?

–Si bien ya sabemos quiénes son los dos candidatos y hay menos escenarios posibles de ocurrencia, no bajó el nivel de incertidumbre. Juntos por el Cambio era el único partido que, por necesidad, había tenido que nombrar a su ministro de Economía y explicitar su programa económico. Lo que pueda hacer el futuro presidente va a estar limitado por cuáles son las fortalezas y las debilidades que tiene la economía argentina.


–¿Cuáles son?

–Si baja un extraterrestre a la Tierra y ve las cifras macroeconómicas de distintos países, notará que la Argentina tiene un desequilibrio relativamente chico. Tiene un relativo chico desequilibrio fiscal, la relación deuda con producto es chica (75% del PBI) y la deuda en manos del sector privado es más chica aún: solo un tercio está en manos de privados, el resto es deuda intra sector público (fundamentalmente con la Anses) y con organismos internacionales. El gran problema es la falta de confianza, que hace que nadie esté dispuesto a financiarlos. La otra fortaleza es todo lo relacionado con recursos naturales y clima. Si el tiempo ayuda, habrá una cosecha mejor que en la última campaña, de alrededor de US$15.000 millones adicionales de valor. No solamente eso genera más ingresos por retenciones de exportación, sino que además genera más actividad económica y más recaudación de otros impuestos. Lo otro que juega a favor es la energía, un sector en que se está viendo una dinámica de mejora en la balanza comercial. En 2022 hubo déficit comercial energético de casi US$6000 millones, este año tenemos proyectado un superávit de US$1000 millones, y para 2024 estamos previendo un superávit comercial energético de US$6000 millones. En este sector, hay que tener presente que la construcción del gasoducto Néstor Kirchner, la reapertura del oleoducto transandino [a Chile] y la ampliación de Oldelval [el ducto que conecta Vaca Muerta con Buenos Aires], tiene varios impactos: baja la importación de gas, de GNL, de gasoil y de fueloil. Reemplazar además el GNL por el gas de Vaca Muerta, que es más económico, también baja la cuenta de subsidios energéticos. En conclusión, el clima y la energía generarán más recaudación por retenciones y por actividades relacionadas, y menos pago de subsidios energéticos. Ahí ya hay una parte del ajuste fiscal exógena, sin decisión política. Y, al mismo tiempo, mejoraría la balanza comercial de un déficit en cuenta corriente de US$15.000 millones a un superávit de poco más de US$5000 millones. Es una mejora de la cuenta corriente de US$20.000 millones.


–¿Cuáles son las debilidades?

–Para empezar, el próximo gobierno deberá hacer un ajuste de precios relativos. El segundo es que la percepción del mercado es que el tipo de cambio, las tarifas, las prepagas, los salarios y muchos otros sectores de la economía están retrasados. Claramente, hay un ideario que todos sienten que su nivel de ingreso en algún momento fue más alto y ese es el nivel de ingreso al cual hay que aspirar. Pero el problema es que si todos queremos nuestro mayor nivel de ingreso de los últimos 10 años, el PBI no es lo suficientemente grande para pagar toda esa percepción de derechos. Hay un problema de precio relativo y de percepción. Cuando nos vayamos a sentar a una mesa de negociación, todos vamos a preguntar qué me toca y, en realidad, la pregunta por ahí es qué tengo que poner. Por lo menos no de todos, pero de varios sectores de economía. Lo segundo importante es que hay una percepción de que el tipo de cambio de equilibrio de la Argentina se parece más al CCL que al oficial. No es así tampoco. Si uno agarra el tipo de cambio real multilateral del CCL, la Argentina está en uno de los niveles más depreciados históricos; es decir, el país nunca estuvo tan barato. Esa percepción también está generando un riesgo.


–¿Qué más?

–Otro problema es que no hay reservas, están negativas en el Banco Central en más de US$7000 millones. Y hay una deuda comercial con importadores de US$42.000 millones, de los cuales alrededor de US$20.000 millones se acumuló en los últimos dos años. De alguna forma hay que pagarla. También hay una economía indexada, donde más del 50% del gasto público nacional ajusta por inflación. Y por último, si bien la deuda no es tan grande en términos del PBI, hay una parte de la deuda en pesos que está indexada y eso genera un problema. Porque si hacés las cosas mal a futuro, se van a acelerar el tipo de cambio y la inflación, y no se puede licuar la deuda; y si hacés las cosas bien a futuro, el próximo programa tiene que empezar con un ajuste de precios relativos, que es un incremento en la inflación inicialmente y eso va a generar un problema con el nivel de gasto público y con la deuda en pesos indexada.


–¿Entonces?

–No sé qué van a hacer, pero hay que pensar cuáles son los escenarios posibles. Si uno piensa en Massa, una alternativa es el programa “siga, siga”, como viene hasta ahora. Pero, claramente, esta es una economía con importantes desequilibrios, con distorsión de precios relativos, con reservas negativas, con deuda de importaciones y déficit fiscal, que es como se financió el programa económico de los últimos años. Para seguir, hay que buscar financiamiento. Cuando uno empieza a escuchar la posibilidad de la aparición de nuevos impuestos, suena bastante plausible si se quiere mantener el actual programa económico. Por lo menos, hasta mediados del año que viene, porque, si el tiempo acompaña, empezará a haber un flujo de divisas del sector exportador. La otra alternativa es implementar un programa más racional, que ataque las debilidades que tiene la economía, como ajustar precios relativos (tipo de cambio y tarifas, principalmente) para bajar la tasa de inflación. Para eso hay que desindexar la economía. El objetivo de un próximo gobierno debería ser casi exclusivamente eliminar la inflación y, para eso, hay que eliminar el déficit y la emisión del Banco Central. Hay que tener también flexibilidad de precios a la baja. Para eso hay limitantes, que son la falta de dólares, lo que obliga a que solo se logre aspirar a algún tipo de desdoblamiento cambiario y que la brecha sea lo más chica posible. Por lo tanto, no tiene que haber pesos excedentes en la economía que financien el déficit fiscal.


–El economista Guillermo Calvo dijo hace cuatro años que un gobierno peronista estaba mejor preparado para hacer un ajuste de la economía. Con Alberto Fernández no sucedió. ¿Cree que Massa lo podría hacer, dada su personalidad y el contexto económico?

–Los ajustes ocurren cuando chocás con la restricción presupuestaria. En el momento en que no se consigue más financiamiento, el ajuste ocurre. La única decisión que puede tomar el gobierno es si lo hace de manera ordenada vía un programa, o lo hace el mercado cambiariamente vía inflación. El Gobierno consiguió financiamiento del FMI, de Qatar, de China, y hubo momentos de precios internacionales muy favorables por la invasión de Rusia a Ucrania. Algo que muestra la historia argentina es que nadie anticipa el ajuste: si tengo financiamiento, me lo sigo gastando. Hace un año planteamos un escenario de deterioro progresivo con la sequía agropecuaria, en el que se iba a perder el flujo de divisas. Por lo tanto, la forma de financiarse era vía inflación, pero con una particularidad: como parte del gasto público está indexado, cada vez se necesita una tasa de inflación más alta. Más inflación genera más recaudación en IVA, impuesto al cheque, Ingresos Brutos, y genera una licuación del gasto. La inflación también genera tener todos más pesos en el bolsillo y con eso nos obliga a financiar su desequilibrio vía impuesto inflacionario. El próximo gobierno, si no tiene financiamiento, el ajuste lo va a tener que hacer. La pregunta es si lo hace con un programa o si seguimos teniendo tasas de inflación creciente. No hay forma de eludir el ajuste cuando chocás contra la restricción presupuestaria. Si el proyecto político de Massa busca consolidarse, posiblemente vayamos a un ajuste de las cuentas públicas, aunque no creo que con reducción de gasto, sino vía mayores impuestos.


–¿Qué confianza puede generar Massa a futuro en el mercado financiero, cuando ya vieron que, si se acerca una elección, es capaz de deteriorar la macroeconomía con el fin de emitir pesos?

–Si el gobierno logra algo parecido a equilibrar las cuentas fiscales, creo que habrá apetito por la deuda local. Una parte del ajuste fiscal lo harán los factores exógenos y otra parte dependerá del gobierno. Pero para los próximos años harán faltan reformas estructurales, porque hay un régimen previsional quebrado, y un problema laboral, porque más del 50% de los trabajadores no hace aportes. Para eso, se necesita alguien que entienda y que tenga el apoyo y el poder político.

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