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Fernando Marengo: “La expansión del gasto causará más presión cambiaria y más inflación”


Fuente: La Gaceta.


Ajuste fiscal y costo político no necesariamente van de la mano, según explica el economista tucumano Fernando Marengo. Desde hace varios años, la Argentina necesita corregir los desequilibrios macroeconómicos para encarrilar la situación del país y encaminarlo hacia la senda del crecimiento. Sin embargo, la dirigencia pone reparos acerca de lo que puede significar medidas que tiendan a reducir, por caso, el gasto público. Marengo, economista jefe de BlackTORO Global Investments, está convencido de que ningún país resurge sin sacrificios y hay claras muestras históricas de este comportamiento. Antes de exponer el miércoles sobre las “Perspectivas económicas globales” en la segunda conferencia de Economía y real estate, organizada por Metrocubico en el Hilton Garden, el consultor habló con LA GACETA.


-¿Qué le pareció el canje del 64% de la deuda en pesos que impulsó el Gobierno nacional?

-Refinanciar los vencimientos de la deuda en pesos era tan clave como resolver la cuestión de la sequía. Son los dos grandes desafíos que se les presenta a la Argentina. Era fundamental el rolleo de esos vencimientos frente a la existencia de una deuda indexada que claramente es una imprudencia, como también plantear que esa deuda es impagable. Argentina no tiene problemas de solvencia, sino de liquidez. Que la oposición diga que la deuda es impagable dificultaba la refinanciación de vencimientos poseleccionarios y más pensando un probable escenario en el que el próximo gobierno lo maneje la oposición. La necesidad de un canje o de un rolleo (prorrogar vencimientos) era imperiosa. Ahora, si miramos en perspectiva, los vencimientos precanje de deuda en pesos eran el equivalente a más de U$S 60.000 millones, y si no se hacía algo, era difícil de atender, porque para hacerlo había que hacer una emisión extraordinaria de pesos, lo que ocasionaría una fuerte crisis cambiaria e inflacionaria. Esa deuda debía ser refinanciada por las buenas o por las malas. Dado ese escenario, tanto el Gobierno como los tenedores de la deuda no tenían otro incentivo que refinanciar y alinearse al canjeo o rolleo y, de esa manera, sacar cierta incertidumbre del mercado de la deuda en pesos junto con la sequía y ver qué pasa con el frente fiscal en una economía en recesión. Esos son los grandes temas del año. Viendo los números del canje, lo mejor era esperar una cifra más elevada, porque cerró en torno de un 60% y te queda un 40% de la deuda a vencer que no se sabe a ciencia cierta quiénes son los tenedores, si son intrasector público o si son privados. Te quedan entonces unos U$S 25.000 millones de vencimientos. Es una cifra elevada pensando hacia adelante, pero claramente menor a la situación precanje. Pero hay que prestarle atención.


-En la Argentina se conjugan tres factores determinantes para el rumbo económico: la sequía, la falta de dólares y una inflación elevada…

-Si hablamos de dolarización, cuando uno mira el nivel de monetización de la Argentina y los pesos que están circulando más lo que están depositados en las entidades financieras, estamos en mínimos desde 2002, salvo cuando hubo grandes saltos del tipo de cambio. Hoy la economía de la Argentina está muy dolarizada y quedan pocos pesos para comprar dólares. El sistema financiero argentino es absolutamente transaccional. Los pesos que se demandan son para pagar sueldos, impuestos y gastos de cortísimo plazo. Nadie tiene posiciones en moneda nacional de largo plazo. Eso es lo que explica que haya pocos pesos para comprar divisas. Esa es la foto. Pero, ¿qué sucederá fiscalmente si se gastara más y se emitiera más moneda? Naturalmente que la respuesta será que se generará más presión hacia el mercado de cambio y a la deuda que está entrando en el rolleo. Si el mercado no te rollea todo, va al sistema de cambio. Cava vez que lo hace nos preguntamos qué pasará con las reservas del Banco Central. En los últimos cuatro meses del año pasado se fortalecieron gracias al endeudamiento de la entidad con los productores de soja, con los importadores que trajeron mercaderías pero que el Central no les dio los dólares para pagar y, en términos netos, el FMI le dio otros U$S 4.500 millones. También se activó un swap con China por unos U$S 5.000 millones y está latente la posibilidad de que Brasil financie el déficit comercial. Así se fortaleció en niveles mejores a los de mediados del año anterior, pero no de manera holgada. A esto le sumas la sequía. A partir del mes que viene se compran dólares en cantidad, pero esa sequía te limita la posibilidad de recomponer las reservas en una etapa estacionalmente favorable. Esa escasez la vas a cubrir con menos dólares para pagar a importadores, justo cuando viene cayendo la actividad económica. Entonces, más presión sobre la brecha cambiaria y sobre la inflación. Y cada vez que sucede eso, el Banco Central no tiene las divisas necesarias para intervenir en el mercado de cambio. Vuelvo al punto inicial: más restricciones a importadores; más recesión; más brecha cambiaria y más inflación para tantos desequilibrios.


-¿Hay margen para expandir el gasto sobre todo en un año impar, de elecciones?

-Todos los años electorales son expansivos fiscalmente. A esto le agregas que es de presidenciales y de gobernadores, mientras los datos oficiales nos muestran que la economía viene cayendo en los últimos cuatro meses. Está entrando en recesión. Si me preguntas si se puede gastar más, te respondo que no hay margen para hacerlo. Cada intento de expansión del gasto social te genera más presión cambiaria y más inflación. Margen no hay, pero está claro que políticamente se busca el impacto electoral de corto plazo, por lo que no se descarta un intento de expansión fiscal. La pregunta es otra: ¿si se da esa expansión, cómo se financia? Una Argentina que no tiene abierto el mercado internacional de créditos, que tampoco tiene reservas y si habrá otra posibilidad de rollear los vencimientos de deuda en pesos, la única forma que le queda es la vía de emisión de moneda nacional. Son esos pesos que nadie quiere tener al final del día. A la larga te genera pérdida de reservas y lo que decía antes, más brecha cambiaria e inflación. No descarto que se intente expandir el gasto. Dado el contexto socioeconómico, sabemos que los mecanismos de ajustes están. Podríamos agregar que hay restricciones planteadas en el acuerdo con el FMI, pero estamos viendo que el Fondo está muy laxo con la Argentina. Esa posición se explica porque, cuando la deuda es muy grande, el problema es más del acreedor que del deudor. Es lo que pasa con la deuda de la Argentina con ese organismo y entonces hay una clara tendencia a perdonar los incumplimientos argentinos.


-¿Hasta cuándo cree que el Fondo puede ser tan permisivo con la Argentina?

-Las grandes crisis argentinas fueron consecuencias de la irresponsabilidad propia de recurrir tanto al financiamiento de organismos internacionales. Hasta que un día te dijo “no te financio más”. Por ejemplo, en 1989, en 2001. Y tendemos a echar la culpa al organismo que desfinancia, pero la culpa es nuestra por la falta de prudencia fiscal recurrente del caso argentino. ¿Hasta cuándo dura? El día que el Fondo diga no cumple las metas, no te damos un waiver (una suerte de perdón del organismo), la Argentina entraría en default con la entidad. El FMI está tratando de evitar esa situación. La Argentina no tiene margen para no pagar los vencimientos de esa deuda, porque, de no hacerlo, ingresaría en un selecto y lamentable grupo de países que están default. Su reputación en el mundo sería mucho peor de la actual y para el Fondo sería un problema que su principal deudor entre en cesación de pagos. El país necesita reformas, mucho más allá de lo que le pueda pedir el FMI. Necesita prudencia fiscal, porque debe generar confianza en los propios argentinos. Eso se lograría bajando la tasa de inflación para que parte de los activos externos de los argentinos (se estima en más de U$S 300.000 millones) se inviertan en el país. Es imperioso bajar la inflación, reduciendo el déficit fiscal, con reformas estructurales, porque de las últimas cuatro décadas, ya tiene dos perdidas (la de los 80 y la de los últimos 10 años que no creció).


-Eso implica costos políticos...

-Insisto que esto está mucho más allá de los requerimientos del FMI. A la política no le gusta pagar precisamente costos políticos, independientemente de lo que se le pida. Si se quiere revertir el deterioro secular, lo tendremos quehacer para generar confianza en los propios argentinos. No tenemos que buscar que el inversor externo venga al país nada más, sino que el punto de partida es que el argentino recupere parte de la confianza para traer parte de los activos que posee en el exterior. No tengo dudas de que cualquier reforma implica costos políticos y sociales, pero estamos en presencia de una disyuntiva que no es cierta. Uno piensa que no ajustando se reduce el costo social, pero hace 20 años la Argentina tenía una tasa de pobreza del 15% y hoy subió al 40%. Es una clara muestra de que no se redujo el costo social. Si uno quiere encarar el problema social de la Argentina, la única forma de solucionarlo permanentemente es creciendo. Para hacerlo hace falta inversión y para invertir hace falta ahorro. Para ahorrar se necesitas que haya confianza y que no me estafes más con la inflación. La primera medida que se debe tomar es eliminar el déficit fiscal. Y allí empiezan todos los desafíos. Eliminando eso podemos bajar los impuestos frente a una carga tributaria que es fenomenal en la Argentina. Tenemos que ampliar la base imponible; no puede haber tanta informalidad. El sistema previsional está quebrado porque hay gente que no aportó y gran parte de los trabajadores está en negro y, por lo tanto, tampoco aportarán. Se necesitan reformas previsional y laboral para que la gente que trabaja aporte. Para el que está en blanco, la presión tributaria es enorme. También se necesita reformular la coparticipación, con un sistema de incentivos y alicientes diferentes de tal manera que las provincias sean más eficientes a la hora de gastar. La Argentina necesita esas reformas estructurales. Muchos dicen que hay costos políticos y sociales. Está visto que no hacerlas tiene un costo más elevado, en un país en el que uno de cada dos personas es pobre y el ratio es más elevado cuando se habla de niños y adolescentes. Muchos también dicen que la Argentina nunca explota. Ya lo hizo, al mirar estos indicadores. .



-¿Cómo se explica la capacidad de supervivencia del país frente a tantas crisis?

-Creo que porque no nos extinguimos, pero estamos cada vez peor. Pero miremos los indicadores de pobreza, los capitales que se van al exterior, la falta de inversión, el estancamiento, la inflación del 100% anual o la gente joven que se va del país porque no aguanta la situación. Son mecanismos de ajustes del fracaso del modelo argentino. No estoy de acuerdo de que se aguanta porque el país se está empobreciendo y expulsa gente del sistema. El deterioro es secular en la economía argentina, con ciclos en los que se está un poco mejor, pero también peor, según lo que acontece en un mundo con tanta volatilidad. Sube la soja y estamos mejor, pero sube la tasa de interés en EEUU y nos aqueja.


-¿Cuándo comenzaremos a dar señales de ser un país normal?

-En el corto plazo estará marcado por cuánto se deterioran las cuentas públicas más allá del canje y cómo sigue la refinanciación de la deuda en pesos. Pero la tercera cuestión es mirar el impacto total de la sequía, que puede implicar un menor ingreso de dólares y problemas de importación. Con eso y con la recesión habrá que lidiar este año, pero hacia fine de este 2023, la dinámica positiva del cuarto trimestre de la cosecha fina de trigo puede ser mejor que la de la temporada pasada. Además, el sector energético se desarrollará con tres obras claves para, por ejemplo, dejar de importar gas de Bolivia y abastecerse localmente con precios inferiores. De igual manera bajará la importación de gasoil y de fueloil. El subsidio económico será más bajo. Pero no hay que dejar de encarar reformas de fondo, porque demorarlas nos hará un país con más pobres y expulsará no sólo más capitales de inversores, sino también parte de la población argentina en busca de un rumbo mejor.


Oportunidades en activos reales Economía y Real Estate (oportunidades en activos reales) es el nombre de la segunda edición de la conferencia internacional que se hará el miércoles, desde las 19,30, en el Hilton Garden Tucumán (Miguel Lillo 365 de esta ciudad). Expertos del rubro de la construcción disertarán en un nuevo evento exclusivo de la desarrollista e inmobiliaria Metrocubico.

Referentes de la Argentina y de los Estados Unidos expondrán sobre las mejores oportunidades en activos reales, encabezarán un análisis exhaustivo del contexto económico mundial y puntualizarán sobre los modelos rentables y vigentes de inversión.


Los disertantes para esta segunda edición serán Fernando Marengo (chief economist de Black Toro Global Investments y Arriazu Macroanalistas), que se referirá a las “Perspectivas económicas globales”.


Posteriormente, Jennifer Snyder (Snyder International Law Group P.A. - Miami Real Estate and Corporate Law) expondrá acerca del “Acuerdo de intercambio de información entre la Argentina y los Estados Unidos”.


Finalmente, el economista Oscar Bercovich (CEO de Metrocubico Internacional) se referirá a “Multifamily, un modelo rentable en Estados Unidos”.


Metrocubico surgió hace 10 años en la provincia de Tucumán. Actualmente, la desarrollista cuenta con más de cinco emprendimientos locales en curso y 23.000 metros cuadrados construidos. Desde 2022, la empresa opera, además, en el real estate de los Estados Unidos, particularmente en el barrio de Wynwoodde Miami, con proyectos de modelo multifamily.

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