A medida que la inteligencia artificial avanza, en vez de atemorizarnos por lo que podemos llegar a perder, sería bueno que nos preguntáramos en qué áreas las habilidades humanas seguirán siendo relevantes, es decir, en qué obtendremos mayor diferencial por el hecho de ser humanos.
En contraposición con la idea de que la IA viene a quitarnos espacios, empleos y hasta relaciones, podemos aprovechar este momento de cambios para pensar en qué viene a darnos más valor. “El ser” versus “el parecer” podría convertirse, de alguna manera, en el diferencial más importante en relación a qué queremos hacer nosotros con el uso de nuestro tiempo como seres humanos. En este paradigma, la inteligencia artificial no vendría a reemplazar al hombre ni a la mujer, sino a darle más valor por su posibilidad de sentir y emocionarse.
Hay algunos ámbitos en los que la creatividad, la empatía y el juicio humano siguen siendo, por ahora, insustituibles. Podemos haber perdido la batalla en la generación de información pero no en la conexión entre humanos. Ya sabemos que la inteligencia artificial se metió en el lenguaje pero aún no logró colarse en las emociones y en la conciencia. Y cuando quiera hacerlo, el solo hecho de intentarlo le dará mucho más valor a las personas y a las relaciones humanas, justamente por ser humanos y no máquinas. Esto va a fortalecer la llegada de una nueva era - que ya estamos viviendo pero que todavía aparece como incipiente - en la cual las emociones y los sentimientos son y serán los diferenciales.
Enfrentar esta revolución de la tecnología desde una perspectiva de este tipo nos permite ver a la IA de una manera diferente, sacándola de ese encasillamiento de “la herramienta que podría reemplazar a la raza humana”. Si bien avanzará en muchas áreas, al mismo tiempo va a potenciar las relaciones humanas y colocará al contacto en un pedestal, como el nuevo valor agregado del futuro. En las organizaciones, se plasmará en las nuevas necesidades de liderazgo: una combinación de habilidades como la comunicación persuasiva, la inteligencia emocional, la ética, la responsabilidad y la capacidad de motivación.
Si bien la IA podrá reemplazar al humano en muchas de sus habilidades o funciones, la tendencia indica que no podrá hacerlo en su interacción. Por más perfecta que sea la tecnología - incluso dentro de las organizaciones que la crean y la promueven - la riqueza del intercambio de humanos con humanos no podrá ser reemplazada.
La inteligencia artificial es una nueva herramienta tecnológica extremadamente potente. Como dice el mismísimo ChatGPT en su definición sobre la misma, la IA permite potenciar las capacidades humanas. Hoy más que nunca, este nuevo escenario nos debe permitir apreciar lo más natural que tenemos: nuestras capacidades de trabajar en equipo, comunicarnos y resolver problemas mediante la diversidad de pensamientos. Estamos a tiempo de no rendirnos ante las máquinas. Estamos a tiempo de potenciarnos como humanos.
*La columna fue escrita por Oscar Bercovich, empresario y emprendedor. Es Licenciado en Economía por la Universidad Nacional de Tucumán, tiene un Máster en Administración Pública por la Columbia University Nueva York (USA) y otro por la Escuela de Ciencias Económicas y Políticas de Londres (LSE - Reino Unido). Además es CEO de Uniber, socio fundador de Metrocubico y Managing Partner de Explorer Latam.
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