Forbes.
En 2004, Leticia Fenoglio vivía en Europa y recibió un mail de su padre, Diego. Estaba en copia su hermano Aldo y el asunto consignaba: "los invito a participar en la empresa, Rapanuí". "En ese correo mi padre decía que se quería jubilar, algo que nunca sucedió. El hecho de que nos sumamos a trabajar en la compañía lo impulsó a seguir con más fuerza en el día a día", rememora la CEO de Franuí-Rapanuí, la empresa familiar que nació en la Patagonia.
Diego Fenoglio fundó Rapanuí cuando se alejó de la empresa familiar que en ese entonces manejaba con su hermana Laura. Su padre Aldo y su madre Inés se instalaron en Bariloche en 1948 y allí abrieron la confitería Tronador. Cuando Diego tenía 20 años, su padre falleció y tuvo que hacerse cargo del negocio hasta 1996, cuando decidió dar el salto y crear Rapanuí.
"Buscamos crear tendencias, no seguirlas", asegura Leticia Fenoglio, Co-Founder & CEO de Franuí-Rapanuí.
Leticia ingresó a la empresa en 2004, cuando solo tenía un local en Bariloche. Poco a poco Rapanuí fue creciendo, hasta que dio el gran salto en 2011. Tras la erupción del volcán Puyehue -que impidió el desarrollo del turismo en la zona- la familia decidió desembarcar en Buenos Aires, con su primer local en la esquina de Arenales y Azcuénaga, pleno barrio de Recoleta. "En ese momento teníamos 60 empleados -hoy tiene 1.400-, así que juntamos los ahorros y decidimos expandirnos fuera de Bariloche porque no sabíamos cuánto tiempo iba a durar el parate por el volcán", rememora. Hoy tiene 14 locales (10 en Buenos Aires, tres en Bariloche, y uno en Córdoba y Pinamar).
La empresa cuenta con tres fábricas en Bariloche, dos certificadas libres de gluten y otra donde elabora alfajores y productos de pastelería. Además, tiene una planta procesadora de frutas en el Mercado Central, donde hace las bases de los helados que se procesan diariamente en cada una de las 14 sucursales que la marca tiene a nivel nacional.
El producto que se volvió global
En todo este camino, surgió Franuí. "Con Franuí creamos una categoría totalmente nueva", destaca Fenoglio. El producto -frambuesas congeladas y bañadas en dos chocolates- conquistó rápidamente el paladar de los argentinos y la familia encontró una buena oportunidad para crecer a nivel internacional. "Nos pusimos el objetivo de hacer de Franuí un producto global", asegura Fenoglio, que proyecta llegar con la creación de la familia a 40 países antes de fin de año.
Para eso, a su planta de producción en Bariloche, sumó una planta de Franuí en Valencia (España) con una inversión de 3,5 millones de euros en 2020. Los primeros años no fueron fáciles, porque la pandemia atrasó los planes. Pero desde allí hoy abastece a 26 países en el Viejo Continente y está en proceso de incorporar una nueva línea de producción que le permitirá triplicar el volumen.
Franuí Pink es el último lanzamiento. Combina frambuesas, chocolate blanco y un polvo de frambuesas fusionado con manteca de cacao.
Además, recientemente la compañía anunció la construcción de una nueva planta en Buenos Aires. Se espera que el establecimiento, que tendrá 5.500 metros cuadrados y demandó una inversión de US$ 8 millones, entre en funcionamiento en enero de 2025. Desde allí, la marca exportará a América latina (hoy llega a 9 países de la región). "Se encuentra estratégicamente ubicada en la localidad de Fátima, en el kilómetro 66 de la autopista Pilar-Pergamino. Elegimos esta locación para minimizar costos logísticos para las exportaciones por su proximidad con Capital Federal", añade.
¿Qué rol juega la innovación en la empresa?
Nosotros buscamos crear tendencias, no seguirlas. La innovación es algo de todos los días. Estamos todo el tiempo pensando en nuevos productos, nuevos servicios o productos actuales que pueden tener una forma de consumo distinta. Está en el ADN de la empresa. Franuí es un clarísimo ejemplo de una tendencia que hemos creado. Cuando empecé a vender Franuí en Europa, me di cuenta de la dificultad de explicar el producto. En plena pandemia, cuando desembarcamos en Europa, tenía reuniones por Zoom y cuando tenía que explicar qué es Franuí entendí que estábamos realmente creando algo nuevo. Esta categoría era saludable -por la fruta- e indulgente, porque tiene chocolate. Fue un gran desafío posicionarlo.
¿Y hoy cómo está?
Hoy estamos muy bien posicionados en Europa. Estamos en 26 países (España, Portugal, Italia, Alemania, Reino Unido, Islandia, Grecia, Marruecos, Moldavia, Arabia Saudita, Dubai, Israel y Rumania, entre otros). Desembarcamos en Francia hace poco y ya se viralizó. Tiene muy buena recepción. Hay muchos países en los cuales el producto es muy conocido. Nosotros siempre decimos que los argentinos por el mundo son nuestros embajadores de marca. ¿Por qué? Porque lo que nos empezó a pasar es que muchos argentinos que viven afuera y que trabajan en retailers quieren llevar Franuí a los comerciales de su cadenas; o presentarlo a los dueños del restaurante donde trabajan.
Es un producto muy aspiracional...
Tanto en Argentina como en el resto del mundo, cuando empezamos a posicionar el producto lo hacemos como un producto aspiracional, de deseo, pero que sea para todo público en valor. Que no sea un producto excepcional, que sea algo que podés consumir todos los días, que te dé bienestar.
¿Cuántos potes de Franuí se venden en el mundo?
Unos 25 millones de potes. Tenemos como objetivo conquistar 200 países. No miramos tanto cuántos potes vamos a vender, pero sí en llegar a muchos países.
¿Y con Rapanui?
Con Rapanuí también queremos crecer. Estamos creciendo, de hecho, a nivel nacional con la apertura de un nuevo local en Rosario, en el Boulevard Oroño. El plan es enfocarnos en Argentina. Estamos atentos a las oportunidades que se puedan presentar en el exterior, pero no está en los planes por ahora. Como deseo personal, me gustaría llegar a Italia, porque somos descendientes de italianos, pero hay muchos mercados atractivos en el mundo. Pero no será en el corto plazo. Nos concentramos en la expansión internacional de Franuí.
¿Y qué otros planes tenés a futuro?
Este año compramos un campo en Trevelin (Chubut), para tener nuestra propia producción de frambuesas. La idea no es dejar de comprarle al pequeño productor, pero necesitamos asegurarnos la cantidad de frambuesas que usamos. Además, en ese campo, vamos a instalar una planta de congelados. Es una inversión a futuro.
¿Cómo les está yendo este año, con la caída de consumo a nivel mercado?
El consumo cayó en el país, pero en nuestro caso no tanto. Vemos oportunidades de innovar y mejorar la propuesta de valor que tenemos. Por ejemplo, lanzamos Franuí Pink, que se lanzó primero en Bariloche y luego en Buenos Aires. Para impulsar la venta nos enfocamos en generar nuevos productos. Y tenemos muchas más novedades tanto para Franuí como para Rapanuí. Estamos siempre innovando e invirtiendo para ampliar la propuesta de ambas marcas. El primer cuatrimestre de 2025 habrá más novedades para Franuí, pero no puedo adelantar nada.
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