Lana ovina como aislante térmico: innovación sustentable desde el INTA que transforma la construcción en seco
- Equipo OB
- 8 ago
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Noticias Ambientales.
Más allá de su uso tradicional en la industria textil, la lana ovina posee propiedades físico-químicas que la convierten en un aislante térmico eficiente, con aplicaciones en arquitectura sustentable.
A partir de esta premisa, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) desarrolló una tecnología para aprovechar lanas gruesas que históricamente eran quemadas o enterradas por los productores.
Un recurso abundante y subutilizado
En el país, muchas razas ovinas no producen lana fina como la merino, destinada a la exportación. Esa lana de mecha gruesa, sin demanda en el mercado textil, era considerada un residuo sin valor.
El trabajo del INTA permitió revalorizar este subproducto y generar oportunidades productivas en distintas regiones.
“Elaboramos un protocolo para transformar lo que los productores ya tenían en sus manos”, explicó Lucas Zanovello, diseñador industrial e investigador del IPAF Patagonia del INTA al portal ríonegro.com.
De descarte a aislante: el proceso técnico
El proceso comienza con un lavado manual o semiindustrial, seguido por un tratamiento con sales de boro que:
Protege contra insectos, como la polilla de lana
Actúa como retardante de llama, apto para la construcción
Luego, se realiza una apertura mecánica que homogeniza el material y reduce su densidad. El resultado es un aislante a granel, aplicable en pisos, paredes y techos, especialmente en construcción en seco. Además, se comprobó su capacidad acústica, lo que lo convierte en una barrera sonora eficaz.
Impacto territorial y redes productivas
Desde su implementación en 2017, el proyecto se replicó en zonas donde la producción ovina está orientada a la carne, como Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y San Luis.
El INTA brinda formación teórico-práctica, asesora en el diseño de unidades productivas y adapta el equipamiento disponible.
“Acompañamos nodos en distintos puntos del país donde surgió la necesidad”, señaló Zanovello.
Casos emblemáticos de producción descentralizada
Entre las experiencias destacadas:
Aislana, empresa familiar en San Luis, surgió de un productor ovino que primero aisló su vivienda y luego montó una unidad productiva que hoy comercializa aislantes en todo el país
En Dina Huapi, el Mercado de la Estepa produce aislantes según la demanda de las familias
En El Bolsón, una cooperativa de mujeres bioconstructoras fabrica bolsas de aislante de un kilo para techos
También hay iniciativas en San Martín de los Andes, Trevelin, Esquel, Comodoro Rivadavia y Córdoba, consolidando una red de producción sustentable con impacto social y ambiental.
Sustentabilidad, inclusión y economía circular
La reutilización de lana ovina como aislante térmico representa una solución innovadora que:
Reduce el descarte de materiales agropecuarios
Sustituye insumos de origen fósil o mineral
Genera empleo local y fortalece economías regionales
Promueve la construcción sustentable y el diseño bioclimático
Este desarrollo del INTA demuestra cómo la tecnología aplicada al territorio puede resolver problemas concretos, generar valor agregado y construir redes productivas inclusivas.
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