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Israel es siempre mencionada en la Argentina como un ejemplo exitoso de políticas económicas que permitieron salir al país de la hiperinflación y lograr su desarrollo económico. Son varios los dirigentes políticos locales que analizan el caso y consultan a algunos de los economistas argentinos que trabajaron allí, como Leo Lidermann y Manuel Trajtenberg. Desde hace unos días en Israel recrudecieron las protestas y se habla de una “crisis de la democracia” que ya afecta su economía.
Es el plan de reforma judicial promovido por la coalición del primer ministro Benjamin Netanyahu para recortar el poder de la Corte Suprema de Justicia y del resto de los tribunales, el que provocó la reacción de la sociedad. Netanyahu enfrenta cargos de soborno, fraude y abuso de confianza. La reforma por ahora se frenó porque el Congreso entró en receso por un mes.
Cada vez que se analiza el plan de estabilización israelí que logró reducir la inflación se destaca el consenso político como una de las claves. El caos de los últimos días, que los analistas califican de “inédito” para Israel, ¿podría impactar en su economía? ¿Sigue siendo un ejemplo a seguir?
El cordobés Esteban Klor, docente plenario y titular de Economía Política de la Universidad Hebrea de Jerusalén e investigador principal del Instituto Nacional de Investigaciones de Seguridad (INSS), admite a LA NACION que aunque los motivos de la crisis no son económicos, “ya hay impacto” en la actividad. “Lo que primero vimos fue una depreciación de la moneda; el shekel era fuerte y estable y pasó de 3,3 a 3,7 frente al dólar, la depreciación más fuerte en cinco años; por la incertidumbre las compañías extranjeras sacaron dinero y no están ingresando inversiones no se sabe el ecosistema económico que habrá en un mes y medio”, detalla. Klor menciona que hace unas semanas hubo un reporte del Ministerio de Finanzas que alertó sobre si la “reforma” o “reposición” legal -como la llama un sector- avanzaba, el costo para la economía sería de entre 0,5 y 0,8 puntos porcentuales del PBI de crecimiento anual, lo que implica entre 30 y 60 billones de dólares anuales en los próximos 10 años.
Enfatiza que sobre ese punto que hay “consenso” entre economistas de universidades, funcionarios de Finanzas y el presidente del Banco Central, quien también ya advirtió lo mismo.
El de Israel, dice Klor a este diario, es un “mercado chico, muy abierto al mundo” que se basa principalmente en inversiones extranjeras y en empresas ligadas a la tecnología, a la economía del conocimiento. En los últimos tres meses, da cuenta, la llegada de capitales se frenó.
“Si se avanza en la reforma el país tendrá un sistema muy parecido al polaco o al húngaro -agrega- y eso es un riesgo. Acá no hay Constitución y el Poder Ejecutivo necesita controlar el Congreso para poder gobernar; lo único que balancea la división de poderes es lo judicial. Si la reforma pasa, no habrá restricciones y eso es muy peligroso, crea inestabilidad”.
A mediados del año pasado, el precandidato a presidente de Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta, visitó Israel y se reunió con los economistas argentinos Trajtenberg y Leiderman, para interiorizarse de los detalles del programa antiinflacionario que aplicó el país en la década del 80, cuando tuvo una inflación promedio del 500% anual. En 1985, el entonces gobierno de coalición de los partidos Laborista y Likud instrumentaron un plan de shock y la bajaron al 20% en la década del ‘90, para llegar gradualmente a un promedio del 1% al 3%. El eje fue el “consenso” de todos los sectores políticos, los empresarios y los trabajadores.
Ahora, la crisis que atraviesa el país determina que las expectativas sean de “fuga de capitales, baja de la recaudación y aumento de los intereses en el pago de la deuda”, describe Klor. “La separación de poderes es crucial para la certidumbre y avanzar hacia un país autoritario es muy riesgoso, es ir hacia lo que hace Erdogan en Turquía o Putin en Rusia”, añade.
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