¿Se acuerdan cuando todos íbamos a abandonar nuestras monótonas vidas, nuestras tediosas necesidades físicas y a nuestros aburridos amigos y familiares para vivir una vida de felicidad virtual en el metaverso? ¿Cuando íbamos a poder renunciar a la interminable búsqueda de la superación personal y simplemente existir como avatares perfectos? ¿Y cuando Facebook pasó a llamarse Meta porque, a partir de ese momento, la compañía iba a ser "metaverso primero, no Facebook primero"? Sólo ha pasado un año desde el fabulosamente distópico anuncio de Meta para sus gafas de realidad virtual durante el Super Bowl, en el cual un grupo de amigos que han perdido el contacto se reencuentran en el mundo virtual (en el mundo real estaban solos, sin amigos, y sin la mitad inferior de su cuerpo).
Sin embargo, desde aquel anuncio, el entusiasmo por la idea se ha marchitado. Busca "metaverso" en Google Trends y verás que el tráfico de búsqueda de la palabra se ha desplomado un 80% en el último año. Hoy en día, si lo que se quiere es recaudar mucho dinero, te iría mejor si mencionas la 'IA generativa', la inteligencia artificial capaz de "generar" texto, imágenes u otros datos. La inversión de capital de riesgo en ese sector en particular se disparó un 425% entre 2020 y 2022. Qué es ChatGPT y por qué es clave en la guerra de Google y Microsoft por los motores de búsqueda Tan poco entusiasmados están los propios inversores de Meta con la idea, que el director ejecutivo, Mark Zuckerberg, se vio obligado a decir recientemente que el metaverso "no es la mayor parte de lo que estamos haciendo". Él ahora está hablando más de eficiencia que de metaverso. Y con razón: Reality Labs, la división que fabrica las gafas Meta Quest, registró pérdidas operativas por u$s 13,7 mil millones el año pasado. La compañía también se ha quedado notablemente callada en cuanto a su gran plan de contratar a 10.000 personas en la Unión Europea (UE) para trabajar en el metaverso. Yo le pregunté a representantes de Meta si ese plan seguía en marcha y si ya se había contratado a alguien. Ellos me respondieron: "Nuestra expansión en Europa siempre ha sido a largo plazo, planificada a través de varios años. Seguimos comprometidos con Europa". Microsoft, por su parte, ha eliminado su "equipo de metaverso industrial" sólo cuatro meses después de haberlo creado, despidiendo a 100 miembros del personal.
¿QUÉ FALLÓ? El metaverso tiene un par de problemas importantes. El primero es que nadie parece ser capaz de ponerse de acuerdo sobre lo que es; ni siquiera las personas que se establecen como los líderes de nuestro nuevo futuro fantástico consiguen dar con una definición común. Las personas como Zuckerberg parecen pensar que se trata básicamente de un mundo de realidad virtual, el cual ofrece la emoción de celebrar videoconferencias como avatares en salas virtuales. Otros lo imaginan como un Internet de algún modo sustentado por la todopoderosa base de datos distribuida conocida como la blockchain, y que involucra las maravillosas cadenas de código conocidas como tokens no fungibles (yo creía que esto definía una fantasía tecnoutópica diferente: la Web3).
Yo le planteé el problema a Robby Yung, el director ejecutivo de Animoca Brands, una compañía que está lanzando un fondo de inversión en el metaverso de hasta u$s 1 mil millones (iba a ser de hasta u$s 2 mil millones, pero se redujo debido a las "circunstancias del mercado"). Yo le comenté que me resultaba difícil definir el metaverso.
"Eso es porque lo estás pensando de manera incorrecta", me dijo Yung. "Tienes que pensar en el metaverso del mismo modo en que piensas en el Internet. No es una cosa. Es todo".
Tengo que ser sincera: esa respuesta no me aclaró mucho las cosas. Le pregunté en qué se diferenciaba ese "todo" que él llamaba metaverso de la Web3, ya que él parecía estarme diciendo que se trataba simplemente de "añadir la blockchain a Internet". Él hizo una pausa, antes de decir: " No creo que haya ninguna diferencia, en mi opinión".
Dave Karpf, un profesor de la Universidad George Washington quien estudia Internet, me dice que la idea de Zuckerberg del metaverso -menos sobre blockchain y más sobre el uso de una combinación de realidad virtual y realidad aumentada para crear un Internet inmersivo en 3D- está más cerca del consenso, pero sigue siendo un concepto confuso. Tampoco es nada nuevo: ha habido muchos intentos de crear un metaverso de este tipo en las últimas dos o tres décadas.
Esto nos lleva al problema más grave del metaverso: nadie parece quererlo. El propio Karpf desembolsó u$s 1500 por las gafas Meta Quest Pro, y sólo las ha utilizado tres veces. "Es lo que yo llamo la falacia del 'campo de los sueños': la suposición de que, si lo construyes, ellos vendrán", explica Karpf. "En este punto, tenemos que fijarnos en los resultados que hemos visto hasta ahora, y el mayor problema es que, por muy bueno que sea el equipo, la gente básicamente no lo quiere".
Todo esto no significa negar la posibilidad de que, a medida que avance la tecnología, el Internet se vuelva más inmersivo. Pero esto sucederá de forma gradual y desordenada: no estamos a punto de entrar juntos en un mundo virtual formado repentinamente e impulsado por las blockchains. El metaverso realmente nunca comenzó, y sin embargo ya ha terminado.
FUENTE: EL CRONISTA.
Comentários