Cronista.
La crisis climática, la creciente contaminación y la pérdida de biodiversidad son los desafíos más apremiantes que enfrenta la humanidad. Y hoy más que nunca tenemos la necesidad de buscar soluciones concretas para preservar la vida en nuestro planeta.
Argentina -al igual que otros países de Latinoamérica- enfrenta el desafío de transicionar desde un modelo económico lineal y basado en el extractivismo, hacia el paradigma de la sustentabilidad y la economía regenerativa que permita sanear los ecosistemas deteriorados por la deforestación, los monocultivos y la megaminería.
Esta transición presenta retos y oportunidades. Hacen falta regulaciones, pero también un cambio cultural y educativo.
Por un lado, existe la oportunidad de valorizar materiales a partir de una gestión adecuada de los residuos. Por otra parte, la industria del reciclado está trabajando por debajo de su capacidad debido a la falta de separación de residuos en origen.
La Economía Circular ayudaría a América Latina a dejar de depender de las industrias extractivas y las prácticas agrícolas que impulsan la deforestación, y en su lugar, crear valor y nuevos "empleos verdes".
Sin embargo, el lugar de los países latinoamericanos en un nuevo orden económico circular y bajo en carbono, no debe ser el de "basurero del mundo" importando desechos que se generan en los países centrales, sino generando una industria del reciclado para los residuos locales.
En tanto, los mercados internacionales ya están imponiendo regulaciones ambientales y mecanismos de compensación para evitar que las empresas importen bienes o trasladen su producción hacia países con normativas ambientales débiles.
La Unión Europea puso en marcha a partir de enero de este año el llamado "impuesto al carbono en el borde de la frontera" que grava las exportaciones primarias como soja y carne cuya producción provenga de terrenos deforestados.
Hoy, desarrollo económico, cuidado ambiental y bienestar social pueden y deben ir de la mano. Es preciso cambiar los modelos de producción y de negocios, y no queda mucho tiempo. Para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que Naciones Unidas planteó para 2030, gobiernos, sociedades y empresas deben reinventarse.
En tanto, tendencias como el consumo responsable, la moda ética, la alimentación consciente, la transformación de residuos en recursos y el ecofeminismo crecen en la sociedad, sobre todo entre los sectores más jóvenes.
En tiempos en que se pregona el individualismo y las viejas recetas de ajuste; es hora de un verdadero cambio hacia una economía regenerativa que no solo implique dejar de contaminar y de dañar, sino recuperar y reparar.
Este camino representa la ¨transición justa¨ hacia una ¨economía descarbonizada¨. Las tecnologías para lograrlo, como las energías renovables, los biomateriales, la agroecología y las soluciones basadas en la naturaleza, están disponibles.
La información y la educación son claves para generar conciencia e impulsar a la acción. Y aunque las voluntades y acciones individuales no alcanzan para cambiar el mundo; sumadas, pueden hacer el verdadero cambio que necesitamos.
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