Los Andes.
Bajo el lema “Mendoza genera impacto positivo”, los participantes escucharon a referentes, conocieron casos de éxito de empresas y conectaron con miembros del ecosistema de negocios local. El encuentro se desarrolló en el espacio LODO y convocó a más de 70 personas, representando empresas de alimentos y bebidas de la provincia.
Pedro Tarak, cofundador de Sistema B e inversor en empresas de impacto, dio inicio al evento hablando del rol de las empresas en un contexto de grandes desafíos socioambientales. “El mayor número de organizaciones del mundo, después de las familias, son las empresas”, dijo Tarak, “y las empresas tienen el desafío y la oportunidad de ser actores de cambio fundamentales, de colocar los intereses de la comunidad global por encima de los intereses de cada país y por encima de los intereses privados”.
Sistema B Argentina promueve a las empresas como principales agentes de cambio, les brinda herramientas para la medición y gestión de su impacto socioambiental y las acompaña en el proceso de certificación de Empresa B. En Argentina hay 235 Empresas B de 30 industrias y sectores diferentes, y a nivel global el número asciende a 9.055 Empresas B en 102 países.
Luego se dio lugar al panel “El diferencial de impacto para la competitividad del negocio”, que contó con la participación de Agustina Rayes, Directora de Crecimiento Estratégico de Sistema B Argentina; Ingrid Clausen, Directora Comercial de LETIS; y Magdalena Pesce, CEO de WOFA.
Agustina Rayes destacó la importancia de que las empresas tengan un propósito más grande que únicamente generar capital, ofreciendo soluciones a los problemas globales. “La Evaluación de Impacto B es una herramienta de medición de impacto online, gratuita y confidencial. Permite a las empresas tener una ‘fotografía’ de su situación actual y desde allí construir hacia un propósito que guíe todas las decisiones”, explicó Rayes.
Ingrid Clausen, Directora Comercial de LETIS, certificadora de normas internacionales de calidad y sustentabilidad, destacó que Argentina es hoy el tercer país con mayor cantidad de hectáreas de producción orgánica certificada, un dato que refleja el impacto positivo que genera el país mediante prácticas sustentables de producción agrícola. “Quisiéramos que nos aseguremos que ese propósito esté vivo en todos los colaboradores de nuestras empresas y presente a diario para que, ante los desafíos, recordemos por qué producimos de esta manera”, enunció Clausen. “Siendo orgánico además la certificación más reconocida y posicionada en el mundo en lo que refiere a sustentabilidad, sin dudas representa además una enorme oportunidad comercial que Argentina está aprovechando”, añadió.
Magdalena Pesce, CEO de Wines of Argentina, reforzó la importancia de la sustentabilidad como pilar de la marca país de los vinos argentinos en el mundo, haciendo hincapié en la línea de financiación de la Unión Europea que facilita esta organización para certificaciones vinculadas a sustentabilidad en empresas de la cadena vitivinícola.
“Las empresas empiezan a buscar el para qué de su negocio, a descubrir cuál es el propósito de fondo más allá de la rentabilidad”, mencionó Irene Berardo, fundadora y CEO de FIXIT, Empresa B certificada en Argentina y España, especializada en negocios de impacto positivo, que estuvo a cargo de la moderación de los paneles. “¿Cuál es la estrategia para lograr esa transformación cultural? Hay distintos caminos y son todos válidos, porque al final algo tienen en común: una vez que la empresa empieza a mirar el impacto de sus negocios, es difícil volver atrás”.
Berardo presentó a representantes de Empresas B que compartieron testimonios sobre cómo una propuesta de valor que considera estándares de sustentabilidad mejoró su competitividad en el mercado: Agropecuaria La Reserva (grupo al que pertenece Bodega Araujo) es una Empresa B certificada bajo estándares orgánicos. Con tres unidades de negocios muy diferentes (ganadería, ciruelas y vitivinícola) encontró un propósito de impacto transversal que, además de integrar los negocios, les dio competitividad en los mercados internos y externos. “La unidad de ciruelas tiene contratos con las 4 principales comercializadoras del mundo. El cliente está dispuesto a pagar un 25% más por nuestros estándares orgánicos y de sustentabilidad”, explicó Sol Ivanchich, Gerente de Marketing del Grupo.
Por otro lado, Agro Sustentable es una Empresa B que comercializa insumos biológicos y orgánicos para el agro. “Los chicos vienen con otra cabeza, miran las etiquetas para ver que los productos no hayan sido testeados en animales, que sean orgánicos, que tengan trazabilidad. Hay un nuevo consumidor”, explicó Carla Pappalardo, representante regional de la empresa.
Finalmente, Rafael Kemelmajer, fundador de la Empresa B Quinto Impacto, docente de la UNCUYO y miembro del Directorio de Sistema B Argentina, y Claudia Almenarez, Responsable de Desarrollo Comercial de la Empresa B FIXIT, llevaron adelante una dinámica junto con los asistentes, con el fin de empatizar e inspirar la generación de impacto colectivo.
Así, el encuentro terminó con un mapeo de acciones de alto impacto para trabajar colectivamente entre las empresas participantes. Entre otras, se propuso realizar una medición grupal a través de la Evaluación de Impacto B, que permite a las empresas diagnosticar su impacto, sacar una foto actual y trazar el camino hacia la foto deseada. “Hacerlo de manera conjunta nos ayuda a conocer otras experiencias, a compartir prácticas y a inspirarnos con los demás”, resaltó Agustina Rayes.
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