Diario UNO.
Andrés Valero (34) es magister en Ingeniería Ambiental y Ecológica, se recibió en Estados Unidos y desde 2021 es el líder de sustentabilidad de bodega Argento, que produce vinos orgánicos. En 2023 una prestigiosa revista de Reino Unido lo destacó como la “Personalidad Verde del Año.
Su función es hacer proyectos destinos al cuidado del medio ambiente en Avinea, que es un grupo vitivinícola de capitales argentinos conformado por varias bodegas. El programa residuo cero para 2030 es uno de los planes más ambiciosos, aunque ya lograron reciclar el 97% de los residuos que producen.
Sus comienzos en el mundo del vino y la sustentabiliad
Andrés es ingeniero industrial de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo y empezó a meterse en los temas de sustentabilidad desde la carrera porque le interesaba los temas de agua y tratamientos de efluentes. Aplicó para una beca para estudiar en Estados Unidos e hizo entre 2016 y 2018 una maestría en Ingeniería Ambiental y Ecológica orientada a la producción sustentable en Purdue University, Indiana, famosa porque Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la luna, fue uno de los alumnos.
Su tema de tesis fue análisis de ciclo de vida, indicadores de sustentabilidad numérica para el sector vitivinícola de baja escala en Estados Unidos y fue muy bien recibido por los profesores, a pesar de no estar en una zona con viñedos. En 2019 volvió al país con el desafío aplicarlo en Mendoza.
Trabajó en el Grupo Peñaflor y en 2021 lo convocaron para los proyectos de Avinea, que ya tenían gran impronta de sustentabilidad, sobre todo porque toda la producción propia es orgánica, con una serie de certificaciones de sustentabilidad, pero faltaba armar el programa corporativo.
Su interés por el medio ambiente y la sustentabilidad
El interés Andrés por el medio ambiente nació de la visión que tenemos los mendocinos sobre el agua como recurso. Su padre es hidrogeólogo y desde chico veía los niveles de nieve en la Cordillera, el tema del cambio climático, que hace 20 años parecía lejano, pero que veía que ya afectaba a la provincia y no estaba en la opinión pública.
Le encanta la producción porque "es lo que hace que se desarrollen las comunidades" y encontró en la sustentabilidad la manera aportar a ambas pasiones. "Protegemos los recursos y generamos un valor que queda en la sociedad. Mi objetivo es poder aportar a que la viticultura mendocina sea reconocida como sustentable en el mundo, nos da un lugar más para seguir creciendo en un mercado que hoy viene a la baja y a pensar continuamente en innovar", dijo.
Reconocido como la Personalidad Verde del Año
En diciembre de 2023 la prestigiosa revista del sector de vino, The Drink Business, reconoció a Andrés como "Personalidad Verde del Año” gracias a su rol en Avinea. Participa en diferentes charlas presentando temas de sustentabilidad y en organizaciones como Sustainable Wine Roundtable de Reino Unido, donde es raro que haya alguien del hemisferio sur formando parte de las mesas que toman decisiones que afectan al mundo.
El "hombre verde", como lo llaman sus colegas, forma parte de algunas organizaciones internacionales, gracias a las vinculaciones que hizo en Estados Unidos. Es miembro de un comité experto de organización internacional de viticultura, en donde elaboran documentos para la sustentabilidad en el sector vitivinícola a nivel global.
Programa residuo cero para 2030
Andrés dirige el programa de sustentabilidad de Bodega Argento. El primer paso fue diseñarlo, definir las prioridades y objetivos porque es un concepto amplio. Uno de los puntos principales del plan es el programa residuo cero para 2030, que por tema de legislación se puede reciclar el 99,5% de todo el material que se genera y solamente el 0,5% iría a basural.
En la actualidad reciclan el 97% de los residuos que generan, bajo diferentes acciones dentro de la bodega y en conjunto con organizaciones. Tienen prácticas orgánicas, los restos de poda de la vid y de los jardines, se reincorpora en el suelo porque como la producción orgánica limita la cantidad de fertilizantes que se utilizan, solo pueden ser naturales.
Residuos orgánicos tratados para compost.
Foto: Cristián Lozano/ Diario Uno
Un porcentaje de orujo, escobajo y borra, se composta y otra parte se transporta a otras empresas situadas en el este de Mendoza, que tienen una instalación adecuada para elaborar derivados vínicos, como puede ser ácido tartárico, alcohol de vino y después compostan en el final del proceso. Comparten con las empresas la responsabilidad sobre ese residuo y que se revalorice de la mejor manera.
El vidrio, papel, algunas corrientes de plástico del proceso del envasado, todo esto se segrega en el origen y se va reciclando. Realizan proyectos con impacto social donde trabajan con diferentes cooperativas u organizaciones para que esos productos vuelvan a tener una vida o un proceso. En 2021 reutilizaron 20 toneladas y el último año 12.
"Nos parece muy interesante no solo dar el material y que genere una habilidad, sino buscar la manera de incorporar ese material para usar, que tenga un círculo virtuoso, que pueda ir reincorporándose al proceso y evitamos comprar material virgen", explicó Andrés.
En conjunto con Valeria Carrión, a cargo de la división de trabajo y producción del penal de Almafuerte, hicieron un proyecto donde la bodega le brinda a personas privadas de la libertad el material reciclable y ellos hacen diferentes obras de arte, canastería y juntos desarrollaron soluciones para el cierre perimetral en la bodega, para cubos, para contener residuos.
De esta forma en vez de comprar un contenedor de plástico de cero, usan el material que tienen, lo reutilizan y si se rompe lo pueden volver a arreglar. Además, el material tiene la ventaja de soportar condiciones climáticas como estar expuesto al sol.
Se usan principalmente los flejes, que son una cinta plástica cortita que viene en todos los pallets de botellas vacías para que no se caigan cuando se saca el nylon. El problema es que es un material muy complejo para el reciclado y la mejor alternativa que encontraron fue que lo trencen como trenzaban antiguamente la totora.
Por un tema de calidad estético, hay muchos mercados que no aceptan ciertos defectos de la botella, por lo que al momento de embotellar tienen un lugar donde se clasifican y se derivan. No es gran cantidad como para usarlo en otra línea de vino donde lo acepten, por lo que las separan, algunas van a un mayorista que recicla vidrio, intercambian por acciones de RCE y otras se las dan a la Cooperativa de Recuperadores Urbanos de Mendoza (COREME).
Tienen un taller de mujeres que trabajan a cargo de Celeste Alam y hacen los vasos de sus comedores o para eventos con las botellas. "Lo lindo fue que una vez que ellos tomaron ese desafío, fue un producto más que sumaron a sus actividades para venderlo no solo a Avinea, sino en las ferias que hacen. Nos da orgullo ver que generamos una nueva capacidad y que no dependan de nosotros. Es lo lindo de las cooperativas, que no deberían depender solo de una empresa, sino que genere este ciclo virtuoso", sostuvo Andrés.
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