Sin dudas, los últimos tres años estuvieron signados por la pandemia Covid-19, que afectó negativamente la agenda social y ambiental de las empresas, las naciones y los organismos internacionales. La pandemia fue una gran generadora de pobreza y desigualdad en la población mundial. Provocó una gran recesión en 2020 que desembocó en el regreso de la inflación a nivel global en 2021 y 2022, y un incremento en los indicadores de pobreza extrema y de hambre, como no se había visto en el mundo en los últimos 20 años.
En el actual contexto, donde gran parte del mundo ha logrado volver a una situación de cierta normalidad, las luces de alerta de la pandemia se enfocan en la nueva variante Omicron XBB 1.5 y en China, donde, debido a un cambio en las políticas públicas y sus protocolos, escaló el número de casos, golpeando fuerte al sistema de salud e impactando también en la infraestructura productiva y las cadenas de valor global, producto del incremento en el ausentismo laboral. A pesar de este contexto, la opción por el desarrollo sostenible ya no se muestra solo como algo deseable, sino claramente inevitable.
En una reciente encuesta de KPMG en Estados Unidos, el 70% de los directores ejecutivos manifestó que implementar la RSE mejora el rendimiento financiero. Asimismo, una reciente investigación de la consultora Qualtrics mostró que los trabajadores que vieron los valores de su empleador alineados con los suyos tenían un 70% más de probabilidades de recomendarlo como un excelente lugar para trabajar. Y un 84% dijo que solo trabajaría con empresas y marcas impulsadas por un propósito en el futuro.
Quedan solo ocho años para alcanzar las metas que Naciones Unidas propuso en su Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, por ello, afortunadamente, muchas empresas están presionando el acelerador, y en esta dirección identificamos las siguientes cinco tendencias para las empresas en Argentina para este 2023. Existe una tendencia observada por diferentes investigaciones de mercado referida a los consumidores conscientes, que son aquellos que priorizan realizar sus compras a empresas socialmente responsables o sustentables.
Por ejemplo, ya hace diez años, la consultora Nielsen International señalaba que un 46% de los consumidores estaban dispuestos a pagar extra por esos productos. Y además, esa nueva consciencia social y ambiental del consumidor es aún más notoria en los jóvenes. El mismo estudio indicaba que el 63% de los "consumidores conscientes" tenían menos de 40 años.
Por otro lado, en 2020 el estudio Zeno Strength of Purpose, que encuestó a unas 8.000 personas en ocho países, señaló que cuando se percibe que una marca tiene un propósito fuerte, los consumidores muestran cuatro veces más posibilidades de comprar, y seis veces más probabilidades de defender esa marca en un momento desafiante.
También en esta línea, recientemente desde el CENARSECS realizamos una encuesta a consumidores argentinos respecto a sus decisiones de compra para las fiestas navideñas. De allí se desprendió que el 73% de los consumidores pensaba priorizar a los productos sustentables en las compras de navidad. Pero, además, casi el 75% de los consumidores consultados expresó que estaba dispuesto a pagar más por esos productos sustentables de empresas que devuelvan a la sociedad.
Sin dudas estas tendencias que nos muestran una mayor exigencia de los consumidores en materia de sustentabilidad y responsabilidad social empresaria, interpelan a las compañías, y las motivan a modificar los insumos y materiales que utilizan, el tipo de energía que consumen y la huella de carbono que generan y las impulsan a repensar sus procesos de producción en todas las fases del ciclo: diseño, producción, logística, consumo y gestión de residuos. Cada vez más compañías cuentan con estrategias, objetivos y programas de "Diversidad, equidad e inclusión" (DEI), orientados a su personal, al punto de incluir un capítulo especial en sus reportes de sostenibilidad sobre estos temas.
Cuando hablamos de diversidad nos referimos a la presencia de la diferencia dentro de la empresa, pudiéndose tratar de diferentes identidades o características, tales como género, raza, generación u orientación sexual.
La inclusión tiene que ver con el nivel de empoderamiento y participación que se otorga a los colaboradores en la compañía. Y la equidad está relacionada al acceso equitativo, oportunidad, recursos y poder para prosperar, con el que cuentan los trabajadores.
El abordar estas temáticas conlleva varias ventajas para las compañías que lo hacen: • Mejora la performance y los resultados económicos. • Mejora la convivencia y el clima en la organización. • Se estimula la creatividad, la innovación y se incorporan habilidades diferentes. • Se fortalece la imagen y la reputación de la compañía. • Aumenta la disponibilidad de talento. • Mejora el vínculo y la comunicación con clientes y proveedores. • Genera mayor confianza en la comunidad.
Unas de las acciones más implementadas por las empresas en materia de diversidad son, sin dudas, las que buscan reducir la desigualdad de género.
El Índice Global de Brecha de Género elaborado por el Foro Económico Mundial señaló en 2022, que la brecha global de género estaba en un 68%. A ese ritmo, le tomaría al mundo unos 132 años alcanzar la paridad. Sin embargo, en materia de empoderamiento económico podrían faltar, a este ritmo, unos 155 años para alcanzar la paridad en materia de participación económica.
Asimismo, el "techo de cristal" sigue muy presente en las empresas y nuestro país sigue mostrando uno de los porcentajes más bajos de Sudamérica de mujeres en cargos gerenciales. Se calcula que el porcentaje de mujeres en puestos de alta jerarquía en Argentina es cercano al 32%.
Este escenario nos muestra la necesidad de cerrar estas brechas y profundizar el trabajo por la igualdad de género no sólo desde lo discursivo, sino fundamentalmente desde las acciones, asumiendo compromisos firmes, mensurables y verificables en este sentido.
En un reciente estudio realizado en Argentina por la consultora CIO Investigación, a ejecutivos corporativos, el 26% de los consultados respondió que el porcentaje de puestos gerenciales ocupados por mujeres en sus compañías estará durante el 2023, entre el 5 y el 15%. Mientras que para el caso de una cobertura femenina de entre el 41 y el 60%, el porcentaje de las respuestas fue del 23%. Y solo el 6% respondió que las mujeres ocuparán más del 60% de los cargos directivos. El año 2023 está trayendo grandes novedades en materia de los reportes de información no financiera, aquellos que se ocupan de los temas de ESG (Ambiente, Sociedad, Gobernanza).
Dos décadas atrás solo unas 50 de las empresas más grandes del mundo reportaban en esta materia, mientras que, actualmente, más del 90% de las empresas que cotizan en bolsa incluidas en el índice S&P, reportan en materia de información no financiera, cuando hace 10 años, solo un 20% lo hacía. En Argentina, se calcula que más del 70% de las empresas más importantes reportan.
Este año entrará en vigor de manera obligatoria el nuevo formato de reporte corporativo del Pacto Global de Naciones Unidas, denominado Comunicación de Progreso, que en Argentina unas pocas compañías argentinas ya han comenzado a implementar durante el 2022, a partir de los programas de adopción temprana.
También comenzará a implementarse la actualización realizada a finales de 2021 a los estándares de Global Reporting Initiative (GRI), uno de los marcos de reporte de sostenibilidad más utilizados a nivel mundial. En esta actualización los indicadores se han diseñado para que las empresas puedan responder de mejor manera a las necesidades emergentes de divulgación regulatoria, que empieza a estar presente en muchos países, como por ejemplo los integrantes de la Unión Europea.
Entre otros cambios, se destaca la actualización de las definiciones de "impacto" y la metodología para determinar la materialidad de los asuntos relevantes, un mayor foco en el reporte de derechos humanos, y la presentación de estándares sectoriales específicos, por ejemplo, el primer Estándar Sectorial enfocado en la industria del petróleo y el gas.
Avanzan también a paso firme los marcos regulatorios que están haciendo obligatorios los reportes no financieros en diversos países. Como mencioné previamente, en la Unión Europea, la agenda regulatoria actualizó la anterior Directiva de Información No Financiera. Con la nueva Corporate Sustainability Reporting Directive (CSRD) Europa busca implantar una suerte de estándares europeos para la presentación de información vinculada a sostenibilidad. La Comisión de Bolsa y Valores de los Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) está por implementar también una nueva propuesta regulatoria que exigirá la divulgación del clima en los informes financieros.
Una de las obsesiones detrás de estos cambios en los estándares y marcos de reportes de información no financiera es la necesidad de emprender acciones más enérgicas para combatir el greenwashing (lavado verde), haciendo más preguntas, requiriendo conjuntos de datos más específicos y estandarizando de una manera más precisa la información, con su correspondiente correlato de metas e indicadores.
La publicación de estos reportes es fundamental para las empresas en función de sus propias necesidades, no solo como una herramienta fundamental para garantizar la transparencia de los negocios y la rendición de cuentas a todas las partes interesadas, sino también como una manera útil de ayudar a tomar mejores decisiones, generar resiliencia y gestionar mejor los cambios hacia una economía sostenible.
La modalidad laboral del home office, que hasta hace tres años parecía un privilegio reservado solo a algunas profesiones, se ha logrado sostener y consolidar en una proporción mucho mayor a lo esperado. El estudio de la consultora CIO Investigación, citado previamente, muestra también que, en una de cada tres empresas, el trabajo domiciliario continuará en 2023 abarcando a más del 60% de la plantilla de colaboradores. Según otro estudio, de la consultora Adecco, más del 80% del mercado argentino está trabajando actualmente bajo la modalidad híbrida: alternan entre presencialidad y home office.
Esta nueva realidad del teletrabajo impuso a las empresas nuevos desafíos en sus relaciones laborales y exigió, al mismo tiempo, inversiones, tanto en el equipamiento de sus trabajadores para el trabajo remoto, como en el rediseño de la infraestructura de sus oficinas. Pero también permitió, en muchos casos, un notorio recorte en los costos fijos a partir de mudanzas a edificios corporativos más pequeños y en zonas con un menor costo del metro cuadrado.
En este punto, es importante que las definiciones corporativas en materia de la modalidad laboral sean tomadas bajo la mirada de la responsabilidad social y el empoderamiento del capital humano, porque para la gran mayoría de los trabajadores, el home office ya forma parte de sus nuevos derechos adquiridos. Según un estudio de la consultora Manpower, el 40% de los trabajadores quiere decidir sobre los días en que pueden trabajar de manera remota, y poder cambiarlos periódicamente. En 2022 se vivieron en numerosas partes del mundo, impactos muy visibles en materia de la crisis climática, desde inundaciones o sequías, hasta temperaturas récord. Por lo que creció la acción por parte de organizaciones de la sociedad civil, gobiernos y corporaciones para apoyar a las comunidades de primera línea de la crisis ambiental.
En este sentido, sin dudas, uno de los acontecimientos más importantes de 2022 en materia de la Agenda climática, ha sido la celebración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP27), en Egipto, donde se resolvió la creación de un fondo para pérdidas y daños para apoyar al mundo en desarrollo a medida que esas comunidades enfrentan y tratan de reconstruirse de los efectos del cambio climático.
En materia de dióxido de carbono (CO2), a pesar de los compromisos asumidos en las Cumbres, la realidad es que las emisiones continúan subiendo (en 2022 fueron de un punto más que en 2021), y el incremento del costo de la energía, producto de la invasión de Rusia a Ucrania en febrero de 2022, ha venido a complicar particularmente el cumplimiento de estas metas. Esto vuelve cada vez más lejana la posibilidad de que se vaya a producir el necesario y urgente descenso para lograr limitar el calentamiento global en 1,5 grados centígrados a final de siglo. Es por ello que resulta cada vez más imprescindible que las empresas redoblen sus esfuerzos en materia climática, apostando a las energías renovables, a nuevas maneras de producir, a la movilidad y la logística sostenible y al uso eficiente de los recursos naturales.
FUENTE: EL CRONISTA.
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