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Una casa en un día: la fintech cordobesa que busca revolucionar la construcción global

  • Foto del escritor: Equipo OB
    Equipo OB
  • 24 jul
  • 3 Min. de lectura

Punto a punto.


A lo largo de varias generaciones, la familia de Mario Martín ha sido protagonista en el sector de la construcción. Desde la Córdoba de los años 50, con su abuelo al mando de una empresa que llegó a levantar el histórico predio de Fiat o la planta de Renault en tiempos récord, hasta hoy, donde la transformación viene de la mano de la cuarta generación: una empresa familiar convertida en una startup con ADN industrial.


Huga Technology es la síntesis de ese recorrido. Bajo el liderazgo de Martín, la firma no solo fabrica viviendas modulares de hormigón armado, sino que lo hace con un nivel de eficiencia y tecnología que llamó la atención del mundo: en 2024 recibieron un reconocimiento internacional de la Asociación Nacional de Constructores de Viviendas (NAHB) en Estados Unidos, compartiendo terna con gigantes como LG y Samsung.


Hoy seguimos poniendo ladrillo sobre ladrillo como hace 200 años, y eso es insostenible”, dice Martín. La propuesta de Huga es clara: producir módulos de viviendas completamente terminados en una planta industrial de Córdoba y luego instalarlos en cualquier punto del país –o del mundo– en apenas 24 horas. “Lo que tarda en construirse un metro cuadrado en obra es el mismo tiempo que lleva fabricar un auto. Esa ineficiencia la paga el consumidor final”, resume.


El sistema de construcción modular de Huga combina procesos industriales, software propio y materiales nobles. Utilizan hormigón armado por su durabilidad (incluso han resistido pruebas de huracanes y tornados), pero lo verdaderamente disruptivo es el modelo de gestión: el seguimiento de cada fase productiva se realiza en la nube, con indicadores en tiempo real que permiten ajustes constantes en los procesos.


El software desarrollado por el equipo de Huga –integrado por jóvenes ingenieros formados en Córdoba– es capaz de detectar diferencias de productividad entre cuadrillas, errores de ejecución o exceso de desperdicio de material, permitiendo una mejora continua. “No solo se trata de controlar, sino de construir datasets que nos ayuden a aprender y mejorar todo el tiempo”, explica Martín.


La planta de Huga puede fabricar hasta 300 casas por año y está ubicada en el Parque Industrial de Ferreyra. El objetivo a corto plazo es escalar esa capacidad a 1.200 unidades anuales en menos de seis meses. Sin embargo, Martín asegura que su ambición va más allá de la cantidad: “Queremos cambiar la manera en que el mundo construye. No se trata solo de velocidad o de costos, sino de experiencia de usuario”.


Esa experiencia de usuario es otro de los diferenciales. “Mucha gente la pasa mal construyendo. Invierten todos sus ahorros, viven con incertidumbre, con estrés. Nosotros queremos eliminar ese dolor de cabeza. Que una persona pueda elegir dónde quiere vivir, señalar el lugar, y en 24 horas tener su casa instalada”, describe.


La empresa también ha despertado interés en comunidades alejadas y de difícil acceso, como los pueblos originarios Cree en Canadá, donde las viviendas pueden demorar meses en llegar por las condiciones climáticas extremas. “Nuestro sistema puede adaptarse a cualquier clima y se basa en materiales universales: cemento, áridos y hierro. Eso nos permite pensar en escala global”, apunta el CEO.


Lejos de guardar su tecnología bajo llave, Huga promueve la colaboración. “Cualquier empresa del mundo que quiera implementar nuestro modelo puede hacerlo. Transferimos el know-how y acompañamos. Nuestro objetivo no es crecer solos, sino que la tecnología se multiplique”, dice Martín, quien también se desempeña como docente universitario junto a sus hermanos y considera ese rol clave para formar equipos comprometidos con la innovación.


El recorrido de Huga es, en muchos sentidos, un símbolo del nuevo empresariado cordobés: con raíces locales, talento joven, visión global y capacidad de adaptación. Lo que comenzó como una historia familiar se ha convertido en una compañía capaz de exportar soluciones concretas a uno de los problemas más urgentes del mundo: el déficit habitacional.

Hoy, mientras desde Córdoba se fabrican viviendas que podrían instalarse mañana en Ushuaia, Paraguay o Alaska, Huga deja en claro que la construcción del futuro ya empezó. Y que, si de innovar se trata, a veces el verdadero ladrillo fundacional es una buena idea con capacidad de ejecución.


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