FUENTE: REALPOLITIK
La pretensión de posicionar a la dupla Raúl Jalil - Rubén Dusso para continuar con la hegemonía, prescindiendo de la consulta a la militancia y a la dirigencia de su propio espacio, sufrió un nuevo impacto al trascender la relación entre el hermano de gobernador, Andrés Jalil, con Edgar Adhemar Bacchiani, un oscuro sujeto que es conocido como “el Cositorto de Catamarca” y que montó en su momento una empresa, AC (Adhemar Capital), que prometía entregar ganancias fabulosas en poco tiempo especulando con criptomonedas.
Bacchiani tuvo éxito inmediato: miles de seguidores le dieron su dinero para conseguir una fortuna veloz, mientras que el empresario exhibía en redes su vida holgada de lujos y viajes. Para promocionar su emprendimiento, interactuaba con sus seguidores en las redes sociales, se rodeaba de celebridades y hasta llegó a contratar a famosos ex futbolistas y personalidades del jet set argentino. Ni siquiera le faltó una reluciente Ferrari para pasearse por las calles de la capital provincial.
Su pasión por el millonario lo llevó a contratar a Ariel “Burrito” Ortega, Ubaldo "Pato" Fillol y Norberto “Beto" Alonso, entre otras celebridades, para generar una imagen de éxito y confianza entre sus potenciales clientes. El empresario trataba así de contagiar la ilusión de que cualquier humano podría alcanzar una vida sin sobresaltos, con mucho dinero, gracias al Bitcoin.
Pero finalmente, el 22 de abril de 2022, llegó lo inevitable. Acusado de liderar una asociación ilícita, lavado de activos y defraudación, fue alojado en la cárcel provincial de Miraflores.
La ilusión de conseguir una fortuna en poco tiempo sin trabajar, a través de la especulación, sedujo incluso a Andrés Emilio Jalil, hermano del gobernador de Catamarca, quien no sólo invirtió en su empresa sino que también cayó en las mieles del encanto carismático del CEO de AC.
Tanto es así que incluso trabaron una relación de amistad que incluyó que Andrés apadrinara a uno de los hijos de Bacchiani, abriéndole las puertas de buena parte de los sectores privilegiados de la provincia. Hasta que la burbuja explotó, y Andrés Jalil terminó denunciando por estafa a Bacchiani ante la fiscalía federal, reclamándole el pago de 16 millones de pesos. El empresario terminó imputado por asociación ilícita, intermediación financiera sin autorización, lavado de activos y defraudación. Sin embargo, existen pruebas que permitirían confirmar que, en realidad, la derivación de fondos del hermano del gobernador habría llegado a los 20.144.000 de dólares.
El accionar de la Justicia no se quedó allí, y apuntó también a los dueños y gerentes de la financiera RT, vinculada a Edgardo Bulacio, un proveedor del estado provincial con fuertes vínculos con la familia del ex gobernador Arnoldo Castillo. Al igual que Adhemar Capital, RT Inversiones SRL ofrecía suculentos intereses a los inversores hasta que cayó en desgracia casi a la par de la firma de Bacchiani.
El avance de la causa contra Bacchiani, sumó denuncias en su contra originadas en Catamarca, La Rioja, Córdoba y Tucumán, por parte de unos cuatrocientos damnificados. El abogado tucumano Alfredo Aydar concentra esos planteos judiciales, a los que se agregaron nuevas consultas desde Buenos Aires, Mar del Plata y otros puntos del país.
El accionar judicial también llevó al encarcelamiento de otros socios de Bacchiani, entre ellos a José Blas, quien fue beneficiado hace poco con un arresto domiciliario con tobillera de control. La interpretación prevaleciente en Catamarca es que se trató de una movida política para tratar de desacreditar a la oposición, para evidenciar la relación que Blas mantenía con la dirigencia de Juntos y los sectores acomodados que se referenciaban con ella.
Si esto fue realmente así, la jugada salió muy mal, porque lo que volvió a saltar a la luz fue el vínculo entre Bacchiani y el hermano del gobernador Jallil. En efecto, no sólo muchos damnificados identificaron a Andrés Jalil como “pocero” –inversor-, sino que tomó estado público que utilizaba la fundación Guido Jalil para ingresar dinero en AC. Esta revelación lo enemistó con el resto del clan Jalil. Y mucho más cuando se supo que Andrés Jalil realizó operatorias legales a nombre de la fundación para evitar el pago de impuestos.
Cercado por la derivación de la causa, Andrés Jalil declaró ante la Justicia que nunca invirtió en AC, pero la acción de los peritos detectó transferencias en blanco por 7 millones de pesos, entre ellos 2 millones a nombre de Bacchiani. Esto le obligó a presentarse nuevamente en sede judicial para sostener que “por un error de apreciación omitió involuntariamente algunas transferencias”. El argumento no cierra por ningún lado.
El escándalo público que afecta a la provincia por este tema, en pleno año electoral, ha llevado a poner en suspenso hasta el mes de abril la postulación del gobernador Jalil para su reelección. El panorama para el oficialismo catamarqueño es sumamente preocupante, tanto por las rupturas internas como por el descrédito adicional que significó para el clan Jalil la vinculación entre Andrés y el “Cositorto catamarqueño”.
Si bien desde el gobierno se imaginan alternativas para tratar de sacar a flote la situación, hasta ahora ninguna de las alternativas resulta satisfactoria. Mientras tanto, el tiempo transcurre y el accionar judicial sigue avanzando.
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