Ya son cerca de las 8 y media de la noche en Kassel, Alemania. A esta altura, Mario Mehren sólo espera llegar a su casa, descorchar "un buen Malbec de Mendoza", como define, e imaginarse sl, también en sus palabras de impecable español, "atardecer naranja sobre la Cordillera".
Es el anochecer de un día agitado para el ejecutivo, CEO global de Wintershall Dea, energética en la que BASF posee el 72,7% y el resto está en manos de LetterOne, el fondo de inversiones del ruso Mikhail Fridman, dueño de activos como la cadena española DIA. A la mañana, bien temprano, Mehren -52 años, CEO desde 2015- lideró el anuncio de los resultados de la empresa en 2022, año en el que Wintershall Dea registró una ganancia neta de 900 millones de euros. Su agenda continuó con reuniones y entrevistas. Entre ellas, ésta con El Cronista. Es la única que concedió en el día para un medio de la Argentina, mercado clave para la compañía tanto hoy como a futuro: ese día, la alemana -socia del megaproyecto gasífero off shore Fénix en Tierra del Fuego y dueña de áreas en Vaca Muerta- anunció más de 450 millones de euros de inversiones en el país durante los próximos cuatro años, una ampliación de 100 millones al plan de desembolsos ya informado hace 12 meses.
"Este año cumpliremos 45 años en el país. Hoy, tras nuestra salida de Rusia, la Argentina pasó a ser el segundo productor de gas en nuestro portfolio. Y seguirá siendo un país muy importante para nosotros también a futuro", describe Mehren. Objetivo que, por supuesto, no está exento de desafíos. "Las inversiones que estamos planificando muestran nuestro compromiso con la Argentina. Pero, también, tenemos un pedido: asegurar que siempre se encuentre un régimen estable. Sabemos que es un deseo pero vale la pena, al menos, intentarlo: logrando eso, se puede aprovechar el gran potencial que tiene el país para el mundo en términos de energía y, también, otros sectores", plantea.
En distintas oportunidades, declaró que la Argentina tiene el potencial de ser gran exportador de gas al mundo. Lo repitió en la última conferencia anual de resultados. ¿Qué es lo que todavía puede impedir eso?
Es importante decir que lo que la Argentina tiene son los recursos: las reservas de gas y de petróleo están. Eso es, obviamente, lo más importante. Lo que también necesita es un régimen estable respecto a las condiciones de inversión. Empresas como la nuestra necesitan acceso al mercado de moneda extranjera para estar en la posición de pagar por, por ejemplo, los especialistas que requiere para desarrollar un proyecto como Fénix, para traer más empresas de servicios a la Argentina. O para, más adelante, tener una planta de GNL.
Mencionó la planta de GNL. Hay actualmente proyectos en discusión. ¿Los ve viables para la Argentina? ¿Wintershall Dea podría sumarse a alguno?
Actualmente, hay ya unos primeros proyectos que están bajo análisis si son razonables o si son inversiones posibles de realizar. Nosotros, como empresa, estamos interesados en participar en estos análisis. Entonces, pienso que la posibilidad es algo real. Si la pregunta, en cambio, es cuánto se demorará hasta que la Argentina exporte su primer cargamento de GNL hacia Europa, eso durará un tiempo. Pero, desde mi punto de vista, no es un problema.
¿Por qué?
Europa necesitará gas durante muchos años todavía. Una inversión en una planta, claramente, vale la pena. Las empresas en la Argentina no sólo deben trabajar en el mercado regional, pensar en exportaciones a Chile y Brasil, que es lo obvio, sino también ver a los mercados fuera de gasoductos vía GNL.
Estoy menos preocupado por el tiempo que el mundo necesitará gas, que serán décadas. Estoy más preocupado por la falta de inversiones a nivel mundial para desarrollarlo. Según los expertos, nuestra industria debería invertir 500.000 millones de euros al año para mantener la producción de gas y de petróleo en un nivel que pueda abastecer a la demanda que hay. En los últimos años, desde 2015, como industria, nunca las hicimos.
Un informe reciente de la Agencia Internacional de la Energía puntualizó que un aprendizaje del año desde la invasión rusa a Ucrania fue la necesidad de acelerar la transición hacia fuentes renovables de energía, lo cual acorta la ventana con el gas natural como combustible de transición. ¿Comparte esa visión?
Desde mi punto de vista, la ventana del gas natural tiene un tiempo mucho mayor. Estoy menos preocupado por el tiempo que el mundo necesitará gas. Estoy más preocupado por la falta de inversiones a nivel mundial para desarrollarlo. Según los expertos, nuestra industria debería invertir 500.000 millones de euros al año para mantener la producción de gas y de petróleo en un nivel que pueda abastecer a la demanda que hay. En los últimos años, desde 2015, como industria, nunca las hicimos. Es una de las razones por las cuales es tan complicado para Europa encontrar fuentes de abastecimiento de gas. Por eso, veo que el mundo necesitará gas por décadas. Hay proyecciones a 2040, 2050, que indican que todavía tendremos casi el 50% de la demanda primaria de energía cubierta por gas natural y petróleo. Vale la pena invertir.
Hasta ahora, en la industria, había más capital disponible para financiar proyectos sustentables que de hidrocarburos fósiles. ¿Cambió eso después de que la mayoría de las grandes petroleras anunció resultados record en 2022?
Por lo menos, lo que está de vuelta es la preocupación sobre la seguridad del abastecimiento de hidrocarburos. Es algo que el mundo, básicamente, había dejado de lado durante años. Ese tema está de vuelta. Por eso, espero que, en los años por venir, haya más disponibilidad, más voluntad de invertir en hidrocarburos. Se requiere un claro compromiso por parte de los países que demandan energía para que empresas como la nuestra, y los gobiernos de los países productores, hagan las inversiones necesarias. Se precisan compromisos de largo plazo, no de uno o dos años, para entregar a mercados regionales e internacionales. Si no hay demanda garantizada a largo plazo, no puedo imaginar que se hagan las inversiones que son necesarias.
Wintershall Dea se redefinió como empresa de gas. Allí apunta todas sus inversiones. En la Argentina, por ejemplo, con Fénix, que está en marcha después de años de postergación. ¿Cuáles son sus expectativas con ese proyecto?
Fénix es un proyecto en el que hemos trabajado ya durante bastante tiempo. Por eso, estoy muy contento, feliz, de que hayamos tomado la decisión de inversión el año pasado. Ahora, está todo en camino para arrancar en 2025 con una importante producción. Es un proyecto clave para Wintershall Dea y, también, para la Argentina, en términos de abastecer suficiente gas para el consumo doméstico y, quizás a futuro, también para exportación. Es clave para nuestra empresa. Sin duda.
"Fénix es un proyecto clave para Wintershall Dea y, también, para la Argentina. Las inversiones en Vaca Muerta harán foco, principalmente, en la fase 2 del desarrollo de Aguada Pichana Este.
De los 450 millones de euros anunciados, una parte irá a Fénix, donde son socios de TotalEnergies y PAE, y el grueso, u$s 300 millones, a sus áreas propias en Vaca Muerta. ¿Cuál es la idea con esos yacimientos?
En Vaca Muerta, estamos empezando la fase 2 del desarrollo de Aguada Pichana Este. Vamos a empezar a perforar pozos adicionales, con una trayectoria horizontal bastante larga. Eso aumentará o, por lo menos, evitará la reducción de nuestra producción en Vaca Muerta. Por eso, es importante para nosotros. Lo mismo vale para la otra área, San Roque. También tenemos que empezar a ver qué pasa con ese proyecto respecto a la producción de gas. Pero el foco de las inversiones en Vaca Muerta, en Neuquén, será Aguada Pichana Este.
El año pasado, la empresa produjo 63.000 barriles equivalentes diarios en el país y proyecta un volumen estable para 2023. ¿Cuánto podría incrementarse esa cifra con el desarrollo de esas dos áreas?
Es difícil decirlo. Preferiría responder que, para este año, queremos mantener estabilidad y, cuando Fénix empiece a producir, podremos elevar en un par de años. Es difícil decir hoy cuál puede ser el volumen potencial de Wintershall Dea en la Argentina. Hay que ver cuál es la infraestructura disponible para producir gas adicional en Tierra del Fuego y exportarlo, o enviarlo hacia el centro de consumo, en Buenos Aires.
El deadline para Fénix es 2025. TotalEnergies, el socio operador, confía en adelantarlo a fines de 2024.
Veremos. El plan base es 2025. Estoy feliz con proyectos que podrán producir un poco más temprano. Como consorcio, ya hemos hecho nuestra tarea: pedimos los materiales en el tiempo que corresponde. Por eso, el proyecto está avanzando como lo planificamos. Eso es algo muy positivo. Sobre todo, viendo todos los problemas que hay en todas partes del mundo respecto al abastecimiento de insumos.
¿La producción incremental de Fénix y, eventualmente, Vaca Muerta será para mercado interno o exportación?
Es para mercado doméstico y el chileno. Durante el verano, hemos exportado hacia la región metropolitana de Chile y hacia Punta Arena, hacia Methanex. Si hablamos de exportación vía GNL, eso, obviamente, no está previsto. Dependerá de los proyectos a desarrollar a futuro, cuando tomemos, como empresa, la decisión de qué forma podemos, y si nos dejan, participar en los proyectos.
¿Cierra la ecuación con los precios internos de gas? Por ejemplo, el del Plan Gas, que es un gran comprador pero, también, un precio bajo en términos internacionales.
Es un precio que requiere que se ejecuten los proyectos en la forma más eficiente posible. Eso es lo que, al final, hace sentido. Lo que hay que ver en un plan es si genera suficiente inversión para, realmente, llegar al nivel de poder exportar el gas. Desde nuestro punto de vista, el precio es razonable y nos permite planificar. Eso, en definitiva, es lo importante. Si, cuando tomamos la decisión de invertir, sabemos cuál será el régimen de precios, podemos hacer cálculos y tomar decisiones. Por eso, la estabilidad es importante.
¿Se resignificó la inversión en la Argentina para Wintershall Dea después de la salida de Rusia?
La Argentina siempre tuvo un papel importante en nuestro portafolio. Ha sido nuestro tercer productor y, ahora, es el segundo. Es más importante todavía. Con los 450 millones de euros en los próximos cuatro años, también lo es en términos de inversiones. El segundo, quizás tercero, dependiendo del progreso de algunos proyectos en Abu Dabi. Sigue siendo muy importante para la empresa. Este año celebraremos los 45 años de presencia. Eso muestra que estamos trabajando hace mucho tiempo y, obviamente, con interés, y el objetivo, de seguir haciéndolo muchos años más, con mayor producción.
La Argentina lo tiene todo para desarrollar una economía del hidrógeno. Sólo tiene que organizar el régimen, las reglas de juego, para hacerla un éxito.
Wintershall Dea está en una transformación, de productora de hidrocarburos fósiles, a empresa de soluciones energéticas limpias y de gestión de carbono. Su foco en gas, deshaciéndose de activos de petróleo, está relacionado con eso. También, sus pasos hacia el hidrógeno. ¿Cómo encaja la Argentina en ese sentido?
La Argentina tiene gas. Tiene gas, además, que se puede producir relativamente barato. Por eso, sirve como materia prima para el hidrógeno azul, lo que es bueno. Puede ser una forma de exportación. El país también tiene mucho viento. Puede generar mucha energía renovable para, con ella, producir hidrógeno verde. Pienso que la Argentina tiene una muy buena posición para desarrollar una economía basada en hidrógeno. Esa es la razón por la cual nos unimos a la iniciativa H2ar. Es una muy buena forma de tener, realmente, un intercambio importante entre distintas industrias para crear los primeros pasos de una economía de hidrógeno en el país. La Argentina lo tiene todo. Sólo tiene que organizar el régimen, las reglas de juego, para hacerla un éxito.
Hablando de reglas de juego, el Gobierno ha dado señales a la industria energética que destrabaron proyectos de inversión. Por ejemplo, en acceso y libre disponibilidad de divisas ¿Es suficiente? ¿O se necesitan más medidas?
El Gobierno entendió que las empresas que quieren invertir en el país necesitan tener acceso, por ejemplo, a dólares para pagar sus servicios. Hemos visto pasos, todavía, muy limitados en la Argentina. Eso sigue siendo un tema súper importante: facilitar que todas las empresas tengan acceso a moneda extranjera para pagar sus cuentas. Por ejemplo, los equipos de perforación de Fénix no se hacen en la Argentina, sino en Italia. Obviamente, también será un tema importante hacer posible el envío de flujo de caja, dividendos, de vuelta a las casas matrices. Porque esa es la razón por la cual las empresas invierten: ganar una renta y recibir un dividendo. Ese tema, todavía, necesita algo de trabajo en la Argentina. Debería ser más estable para los inversores que vienen del extranjero.
El energético es un negocio de largo plazo. ¿Cómo se gestiona, con los continuos desafíos de corto que pone la Argentina? Por ejemplo, la incertidumbre por las elecciones presidenciales de este año...
Somos un negocio de largo plazo. Tenemos que tomar decisiones sabiendo que hay elecciones este año. Pero una inversión como Fénix no podía seguir atrasándose. Hay que tomar las decisiones de inversión y, después, ver cuáles son los desafíos que aparezcan. Y cómo solucionarlos. Esa ha sido nuestra forma de trabajo en la Argentina durante muchos años. Vimos frecuentemente cambios de gobierno cada cuatro años, con estrategias nuevas. Obviamente, para la estabilidad de las inversiones, sería preferible que no haya cambios drásticos con cada renovación de gobierno. En otras partes del mundo, si bien ocurre ese recambio, para facilitar inversiones de largo plazo, existe consenso de mantener cierta política estable respecto al petróleo y el gas. Pero no pararemos nuestras actividades. Vamos a observar bien de cerca cuáles son las propuestas de los distintos candidatos.
La razón por la cual las empresas invierten es ganar una renta y recibir un dividendo. Ese tema, todavía, necesita algo de trabajo en la Argentina. Debería ser más estable para los inversores que vienen del extranjero. Es es el limitador del mercado energético en la Argentina.
¿La traba principal hoy es el principal freno a la inversión externa?
Claramente. Se necesita acceso a moneda extranjera para desarrollar proyectos. Como inversor, quiero tener la libertad de continuar con inversiones o de mandar dividendos a casa matriz. Para eso, necesito la posibilidad de convertir los pesos en euros o dólares, para mandarlos afuera y pagar cuentas o girar dividendos. Ese es el limitador del mercado energético en la Argentina. Para muchas cosas, necesitamos equipos y servicios del exterior. Para esos proveedores, sólo es atractivo invertir en la Argentina si tienen acceso al mercado cambiario.
Usted integró la delegación empresaria que acompañó en enero al Canciller Olaf Scholz en su visita al país. ¿Qué percibió?
Más allá del sector energético, he visto un interés súper alto en invertir en la Argentina. Especialmente, en temas como el litio, que es muy importante para todas las necesidades respecto al cambio climático. No es casualidad que Olaf Scholz haya visitado relativamente rápido la Argentina, Chile y Brasil. Es una señal que quiso enviar, respecto al gran interés de Alemania para invertir en el país. Existe un número bien importante de empresas alemanas trabajando en la Argentina. Eso ya es un potencial bastante grande.
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