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Huella hídrica: reducir, gota a gota, el impacto del ‘real estate’



Entre los serpenteantes meandros del Tigris y el Éufrates se tejieron los cimientos de la cultura mesopotámica. El culto a los dioses del agua, entre las cuencas de ambos ríos recorridos sobre los caiques y balsas de la época, impulsaron la creación de los primeros asentamientos sedentarios. La abundancia de esta región, cuna de las religiones abrahámicas, no se explicaría sin el reconocimiento prácticamente sagrado que adquirió el agua para el futuro desarrollo de la civilización humana. Sin embargo, la fertilidad de antaño perdió con el paso de los siglos el estatus del que gozaba, y la situación respecto al agua ha sufrido un giro de guion mayúsculo.

 

Como sucedió en la cultura mesopotámica, a lo largo de la historia las ciudades se han erigido, en la mayoría de los casos, alrededor del agua, en el cauce de un río o mirando al mar. El inmobiliario tiene, por tanto, una íntima relación con el agua, uno de los recursos naturales más estratégicos en busca de la sostenibilidad del sector.

 

De hecho, se calcula que el sector de la construcción representa aproximadamente el 30% del consumo mundial de agua dulce, según datos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. 

 

Se calcula que el sector de la construcción representa aproximadamente el 30% del consumo mundial de agua dulce 

 

La huella hídrica es uno de los indicadores clave en sostenibilidad, junto con la huella de carbono y la huella económica. Este indicador, cuya medición resulta clave para reducir el impacto en el planeta y llevar a cabo una gestión más eficiente de este recurso natural, mide el volumen de agua que se utiliza en las actividades cotidianas y el volumen total de agua dulce que se emplea para producir bienes y servicios.

 

Definida en volumen (litros o metros cúbicos), la huella hídrica es el resultado de tres indicadores, según la clasificación establecida por la red de organizaciones asociadas Water Footprint Network: huella hídrica azul, agua procedente de recursos hídricos subterráneos o superficiales (utilizada en la agricultura, la industria y el consumo doméstico); huella hídrica verde, agua de precipitaciones que se almacena en la tierra (productos agrícolas, hortícolas y forestales), y huella hídrica gris, que indica la cantidad agua fresca necesaria para diluir el agua contaminada durante el proceso de producción. 

 

Desde la construcción hasta el mantenimiento, en los diferentes ciclos de vida de los activos inmobiliarios entra en juego la huella hídrica. Durante la construcción, por ejemplo, el agua utilizada contribuye a la huella hídrica total del edificio, si bien también es relevante el agua que consume un activo residencial o comercial durante su vida, es decir, para su uso y mantenimiento (actividades diarias, riego de zonas verdes, limpieza de zonas comunes…). Pero no sólo hay que tener en cuenta el activo en sí, sino también el impacto de su infraestructura, como sistemas de drenaje pluvial, redes de suministro de agua o sistemas de tratamiento de aguas residuales.

 

Reserva hídrica y ‘real estate’

En España, el consumo medio de agua en los hogares fue de 133 litros por habitantes y día en 2020, un 0,9% más que en 2018, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Sin embargo, la utilización de agua por parte de los sectores económicos se redujo un 2,1%, mientras que los consumos municipales disminuyeron un 5,9%. En concreto, las comunidades autónomas con mayor consumo de agua en relación con los sectores económicos fueron Andalucía (16,7% del total), Cataluña (13,7%) y Madrid (13,9%).   

 

Las tres comunidades que lideraron esta clasificación fueron, precisamente, las regiones con una menor reserva hídrica en España, según la radiografía que desarrolló el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) a día 9 de enero de 2024.

 

Si la reserva hídrica (conjunto de toda el agua almacenada tanto en aguas superficiales, es decir, embalses y pantanos, como en aguas subterráneas, es decir, acuíferos y pozos) española estaba al 45,9% de su capacidad total, la cuenca mediterránea andaluza se encontraba al 18,6%, mientras que la demarcación hidrográfica de las cuencas internas de Cataluña registraba un 16,7% de su capacidad total. Por poner un ejemplo de la heterogeneidad de la geografía nacional, en el Cantábrico Oriental y Occidental la reserva llegaba al 80% de su capacidad total.

 

En el sector inmobiliario, conocer la situación de cada territorio en relación con la reserva hídrica resulta clave para estimar la huella hídrica del futuro activo. Es decir, en las zonas más secas, con una menor reserva hídrica, se requiere un mayor consumo de agua que en regiones más fértiles y propensas a las lluvias. Por tanto, no es lo mismo construir en Andalucía que en Cantabria, por poner dos ejemplos.

 

“Parece que el consumo de agua debe ser lineal, pero el consumo de agua no es igual en toda España, el consumo no es igual según el territorio, lo que condiciona la inversión inmobiliaria”, sostiene Maria José García, responsable de ESG de Gesvalt.

 

Reutilización de los recursos hídricos

En las comunidades más afectadas por la falta de agua, como es el caso de Cataluña, ya se han tomado medidas. Por ejemplo, en noviembre de 2023, entraron en vigor restricciones en 202 municipios del sistema Ter Llobregat: el Diario Oficial de la Generalitat de Cataluña (Dogc) fijó un consumo de agua de 210 litros por habitante y día. Sin embargo, en el sector inmobiliario, además de la subida de precios (que sería, según todos los expertos, la medida más efectiva para reducir el consumo) y las restricciones, una de las acciones más eficaces para controlar el consumo es la reutilización.

 

Un ejemplo a escala internacional se desarrolla en la Torre Shanghái, uno de los rascacielos más altos del mundo. Mediante la implementación de una serie de tecnologías el proyecto logra grandes ahorros energéticos. En el caso del agua, el complejo cuenta con una veintena de jardines que, más allá de ayudar a regenerar el aire, establecen un riego que funciona gracias a sistemas de recolección pluvial: una de estas soluciones se encuentra, precisamente, en la punta de la torre.

 

El ejemplo paradigmático de esta política se encuentra, sin embargo, en Ámsterdam. El edificio The Edge tiene, a 130 metros de profundidad, un acuífero para el almacenamiento de agua con el objetivo de generar energía térmica mediante bombeo solar. Sin ir más lejos, el agua de la lluvia se reutiliza para el riego de las terrazas, además de emplearse en los inodoros y los sistemas de calefacción.


En el sector inmobiliario, además de la subida de precios y las restricciones, una de las acciones más eficaces para controlar el consumo es la reutilización

 

De hecho, las promotoras cada vez más apuestan por políticas que tengan en cuenta la gestión del agua. Un ejemplo es Schroders: en enero de este año, la multinacional británica anunció su unión con la Global Real Estate Engagement Network (Green), una red de participación global encargada de impulsar la sostenibilidad dentro de la industria y que tiene en el punto de mira conseguir que el sector alcance los objetivos establecidos en el Acuerdo de París sobre el Clima.  

 

Un instrumento para facilitar esta transición es Edge, una iniciativa impulsada por la Corporación Financiera Internacional (miembro del Banco Mundial) que ofrece a los constructores la posibilidad de identificar los costes que tendría en sus proyectos la posible incorporación de políticas sostenibles, con el objetivo de lograr ventajas competitivas que las hagan más amables y captar la atención del cliente entre las diferentes propuestas de mercado.

 

Otro ejemplo de esta actitud por anticipar los beneficios de una política sostenible se desarrolla en Cushman&Wakefield. Miquel Estelrich, consultor en sostenibilidad de la compañía, asegura que han creado “un software que nos permite comparar el consumo de agua de un edificio actual con el consumo que tendría si se adaptasen medidas de eficiencia hídrica”. Esta simulación permite preparar la infraestructura para saber cómo podría funcionar mejor en un futuro.

 

La promotora Pryconsa asegura tener la Certificación Nivel 2-Consumo de Agua de Aenor. Eliana Revenga, responsable de sostenibilidad del grupo, declara “que nuestra estrategia para alcanzar un ahorro del 20% en el consumo de agua potable se basa en medidas como la elección de grifos y aparatos sanitarios o la adaptación de la vegetación” en nuestros proyectos, según desglosa Revenga.

 

La compañía madrileña añade que está suscrita a la red Es Agua, donde obtuvo la certificación de la Categoría Silver. En concreto, este reconocimiento se otorga a empresas que calculan el uso del agua en operaciones y cadena de suministro, poniendo énfasis en la huella verde y azul.

 

“Nuestra estrategia para alcanzar un ahorro en el consumo de agua se basa en medidas como la adaptación de la vegetación”, dicen desde Prycoinsa

 

Medición y control

Como todas las grandes compañías inmobiliarias, Colonial tiene en la reducción del consumo de agua uno de los ejes de su estrategia sostenible. “Los inmuebles operados por Colonial tienen estandarizado el sistema de gestión de los edificios, conocido como Building Management System (BMS) -explica la empresa en su memoria del ejercicio 2022-; esta digitalización permite controlar, in situ y también en remoto, todas las instalaciones que representan un consumo de energía significativo en los edificios, alertando de forma predictiva sobre posibles comportamientos anómalos en el funcionamiento de las instalaciones y facilitando la toma de decisiones automatizada para su solución”.

 

Los sistemas integran equipos de medición de consumos energéticos y de agua que contabilizan en tiempo real la demanda general de cada inmueble, así como las demandas parciales de cada tipo de instalación que sean más representativas. La información de consumos energéticos está recogida en un sistema de gestión, conocido como Energy Management System (EMS), que permite monitorizar y telegestionar en tiempo real los consumos de forma general y granular. Esto permite detectar ineficiencias generadas por desviaciones de funcionamiento de las instalaciones o patrones de conducta inadecuados de los operarios de mantenimiento de los edificios y de los usuarios.

 

“Tener monitorizados los inmuebles con un alto grado de detalle permite disponer de una gran cantidad de datos  para analizar su comportamiento energético y aprender, con objeto de tomar mejores decisiones a la hora de  diseñar y proyectar”, explica Colonial.

 

En el caso de Neinor, para lograr materializar el ahorro económico en base al respeto por una política ecológica también se han instalado en las promociones paneles solares que permiten abastecer parte de la demanda de agua caliente sanitaria, además de disponer separadores de grasas para minimizar la contaminación de los cursos de agua, según desglosa la compañía en su memoria de sostenibilidad de 2022.

 

En relación con los centros comerciales, Lar advierte en su informe anual de 2022 un aumento del consumo vinculado a este recurso natural, sobre todo para los aseos y los servicios de limpieza: hoy en día, los centros comerciales dedican un cuarto de su consumo a uso sanitario y limpieza. Además, la empresa ha incrementado el consumo de agua en los equipos responsables de climatización provistos de torres de evaporación como consecuencia de las anomalías térmicas y el déficit en el régimen pluviométrico de los últimos años.

 

Verificación

Estas medidas, sobre todo en materia de sostenibilidad, no tendrían validez ante el público sin contar con la validación de entidades externas: las certificaciones son, de esta manera, imprescindibles. La construcción holandesa The Edge obtuvo la puntuación más alta jamás registrada por el Breeam, con un 98,36%. En concreto, esta evaluación ambiental permite demostrar las credenciales medioambientales de los promotores y administradores de edificios. Leticia Galdo, consultora de sostenibilidad de Breeam en España, desglosa la categoría de la certificación dedicada al agua en cuatro puntos.

 

El primero y el segundo apuntan a reducir el consumo instalando aparatos sanitarios que favorezcan la eficiencia hídrica; por ejemplo, grifos de cocina o lavadoras que tengan en cuenta el consumo de agua y que, además, reutilicen los recursos fluviales y residuales. Galdo destaca que “aunque es agua que no podemos usar para el consumo humano, sí que puede servir para el riego o para la descarga de los inodoros, por ejemplo”.

 

El tercer factor está relacionado con la monitorización del uso; es decir, conocer la cantidad de recursos utilizados en cada espacio e implementar medidas según la zona estudiada. Esto permite, sobre todo, “detectar posibles fugas de agua”, según subraya Galdo. Por último, la consultora pone el acento en la utilización de un riego eficiente que esté conectado a una estación meteorológica, aunque “siempre será preferible un plan de vegetación autóctona que no necesite instalar estos sistemas”, concluye Galdo.

 

Otra herramienta más allá de Breeam es la certificación Leed, desarrollada en 1993 por el Consejo de la Construcción Verde de Estados Unidos, que premia desde la adecuación de la parcela hasta el uso del agua que se emplea en cada proyecto.

 

La certificación ambiental Breeam permite demostrar las credenciales medioambientales de los promotores y administradores de edificios

 

Legislación

El Reglamento de taxonomía impulsado por la Unión Europea en julio de 2020 establece una serie de criterios para determinar qué actividades económicas contribuyen a fomentar los seis objetivos del Pacto Verde europeo, entre los que se encuentra la transición hacia una economía circular o la protección de los recursos hídricos y submarinos. En concreto, el reglamento persigue reorientar los flujos de capital hacia inversiones sostenibles, gestionar los riesgos financieros derivados del cambio climático y fomentar la transparencia a largo plazo de la actividad financiera y económica.

 

En términos globales, según esta política una actividad se considera sostenible si contribuye sustancialmente a uno de los seis objetivos medioambientales de la UE, no va en contra de otro objetivo con los que no está alineado y cumple los mínimos establecidos en cuestiones ESG.

 

Por último, otro de los caminos para impulsar el desarrollo del consumo sostenible del agua en el real estate se basa en proporcionar incentivos fiscales para todas aquellas construcciones que tengan en cuenta el ahorro hídrico en su proceso de edificación. 


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